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¿Sobre qué está disputando mi hermano? preguntó la marquesa, que, distraída hasta entonces por el juego, no había tomado parte en la conversación. Mi tío dijo un oficial joven que había entrado calmadito y sentándose cerca del duque , mi tío está predicando una cruzada contra la música. Ha declarado la guerra a los andantes, proscribe los moderatos y no da cuartel ni a los allegros.

Así se hizo el 17 de abril, iluminando por la noche la torre, y al dia siguiente se celebró misa muy solemne del triunfo de la Cruz, á que asistió la ciudad, predicando el famoso orador de la Compañía de Jesus P. Figueroa.

El uno bautizaba, trastrocando Los nombres que los indios ya tenian: El otro los delitos castigando Andaba, que los indios cometian: El Obera, su padre, predicando, Yo que unos mestizos le seguian, Y puse gran calor yo por haberlos, Y al fin hube con maña de cojerlos.

Juan Regla, y el prior Fr. Martín de Angulo, y predicando sucesivamente el P. Villalva y los priores de Granada y Santa Engracia de Zaragoza.

Y ¿por dónde si no? replicó su hija . ¡Pues si he estado a pique más de dos veces, en estos últimos días, de pedírtelo como un gran favor! ¿No conoces bien mis gustos? ¡Canástoles!... De manera que todo lo que te he estado predicando... Sermón perdido, papá del alma... ¡Y cuidado que te había salido bien! ¡Qué lástima! ¡Aduladora!

Y como todo lo convertía al punto en substancia aquella impetuosa mujer: ¡Cuando te digo concluyó que no se puede vivir en este pueblo!, ¡que nos han de dejar en él sin camisa y sin salud! La verdad es refunfuñó Simón que se le acaba a uno la paciencia para bregar con esta gente. Eso te estoy predicando yo todos los días, y no me haces maldito el caso. Más de lo que a ti se te figura.

Y rodeava Iešus por todas las ciudades y aldeas, enšeñando en las šynogas deellos, y predicando el Evangelio del Reyno, y šanando toda enfermedad y toda flaqueza en el pueblo. Y viendo las compañas, uvo mišericordia deellas, que eran derramados y ešparzidos, como ovejas que no tienen paštor. Entõces dize

24 Mas de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mismo; solamente que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios. 25 Y ahora, he aquí, yo que ninguno de todos vosotros, por quienes he pasado predicando el Reino de Dios, verá más mi rostro.

Tuvo que cambiar de mesa y de sala, si quiso seguir predicando ateísmo. «¡Este era el estado del libre examen en Vetustapensaba Guimarán con tristeza mezclada de orgullo. En el billar tampoco querían teología racional.

Andaba á caza por un bosque cierto cristiano llamado Diego, digno de ser nombrado por la santa vida que observaba, cuando de improviso vió venir hacia una tigre que andaba también por allí á caza, y no se podía escapar el indio sin que ella le despedazase; antes le acometió con tan gran furia para despedazarlo, que no le dió lugar más que á invocar los poderosos nombres de Jesús y de María, á cuya invocación la fiera, que ya le tenía entre sus garras, le soltó y se volvió hacia atrás sin hacerle otro daño que unos rasguños bien ligeros en la cara y en los brazos para memoria del milagro y del beneficio de haber recibido segunda vez la vida de mano de la Santísima Virgen; porque habiendo enfermado poco antes y no podido sanar por más medicinas que, según la posibilidad, se le habían aplicado, sólo se afligía por no poder ayudar á la fábrica de la Iglesia; volvióse, por tanto, á la Madre de misericordia, pidiéndola con instancia la salud, y al día siguiente, libre de toda enfermedad, se fué á trabajar á la obra, predicando con las palabras y mucho más con el ejemplo, la devoción con la reina del cielo.