United States or Cook Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Habíamos llegado a la orilla de ese terrible abismo, donde en lo profundo rugía el agua en impetuosa corriente, y ya había yo cruzado el estrecho puente y pisado la orilla opuesta, cuando, inesperadamente, un par de brazos férreos me oprimieron en la obscuridad, y casi antes de que pudiera lanzar un grito, fui empujado con violencia hacia el borde del espantoso precipicio.

Ya la verás. Es una americanita impetuosa y fantástica, que no será fácil de conducir. No doy diez céntimos por Sorege como ella sepa sus villanías... ¿Piensas que ni Lea ni Sorege sospechan la posibilidad de mi aparición? ¿Cómo han de sospecharla? Te creen tan definitivamente enterrado como á la mujer asesinada.

Estando, pues, por aquel lado muy alterada la laguna por el viento que soplaba, les ordenó el P. Fernández pasasen la canoa á la otra ensenada; mas sondando los indios el fondo del agua no se quisieron arriesgar á ponerse otra vez en peligro; pidióles el Padre que á lo menos le pasasen á la otra banda, lo cual también rehusaron por ser manifiesto el peligro de que la impetuosa corriente del agua volcase la canoa y él se hundiese sin poder ser socorrido: parecía azar y siniestro accidente que no sufriesen el efecto pretendido tantas diligencias y trabajos sufridos por descubrir el puerto tan deseado del Paraguay; pero no fué sino providencia singularísima del Altísimo, que no menos cuidaba de su gloria que de la vida de sus siervos, porque si nuestros Misioneros de las Reducciones de los Chiquitos bajaban á la de los Guaranís, caían en manos de los Payaguás, que habían jurado vengar la muerte de sus paisanos con la muerte y estrago de cualquier español que encontrasen, como poco después lo escribió el P. Provincial, ordenando que ninguno de los nuestros bajase por allí á los Guaranís, y que si alguno estuviese ya en camino, diese la vuelta luego á los Chiquitos.

Aquel hombre poderoso pedía que le compadeciese. ¿Qué pediría él, que llegaba impulsado por una vergüenza de familia?... Dupont cayó desalentado en su asiento, la cabeza entre las manos, con la facilidad con que pasaba su carácter de la acción desordenada e impetuosa al anonadamiento cobarde. Suspiraba, con tristeza: ¡La familia!... ¡la familia!...

El que me adula es mi irreconciliable enemigo. Yo gozo extraordinariamente al ver frente a los caracteres altivos, que no se doblegan sonriendo cobardemente ante una palabra mía; gusto de ver bullir la sangre impetuosa del que no quiere ser domado ni aun por el pensamiento de otro hombre; me cautivan los que hacen alarde de una independencia intransigente y enérgica, por lo cual asisto con júbilo a la guerra de España.

22 Y yo litigaré con él con pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él, y sobre sus compañías, y sobre los muchos pueblos que están con él, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre. 23 Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido en ojos de muchos gentiles; y sabrán que yo [soy] el SE

Al O. Samar, Leyte y Mindanao le separan del Pacífico, con el que sólo comunica por algunos estrechos de tan corta latitud que en la subida y bajada de mareas su navegación es peligrosisima por la impetuosa corriente de las aguas que los cruzan.

Percibe el dejo amargo del andante, la fuga impetuosa del allegro y hasta la ficticia, nerviosa alegría del scherzo. Y no se enternece. Al contrario, en cuanto observa que el violín arrastra las notas de cierto modo particular extraordinariamente lánguido, se pone inquieta, nerviosa, no sabe lo que dice, se muerde los labios y sacude la cabeza con desesperación.

Voluntad firme no es lo mismo que voluntad enérgica, y mucho ménos que voluntad impetuosa. Estas tres cualidades son muy diversas, no siempre se hallan reunidas, y no es raro que se excluyan reciprocamente. El ímpetu es producido por un acceso de pasion, es el movimiento de la voluntad arrastrada por la pasion, es casi la pasion misma.

Hallándose Ester dotada de una naturaleza impetuosa y dejándose llevar de su primer impulso, había resuelto arrostrar el desprecio público, por emponzoñados que fueran sus dardos y crueles sus insultos; pero en el solemne silencio de aquella multitud había algo tan terrible, que hubiera preferido ver esos rostros rígidos y severos descompuestos por las burlas y sarcasmos de que ella hubiese sido el objeto; y si en medio de aquella muchedumbre hubiera estallado una carcajada general, en que hombres, mujeres, y hasta los niños tomaran parte, Ester les habría respondido con amarga y desdeñosa sonrisa.