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Y como todo lo convertía al punto en substancia aquella impetuosa mujer: ¡Cuando te digo concluyó que no se puede vivir en este pueblo!, ¡que nos han de dejar en él sin camisa y sin salud! La verdad es refunfuñó Simón que se le acaba a uno la paciencia para bregar con esta gente. Eso te estoy predicando yo todos los días, y no me haces maldito el caso. Más de lo que a ti se te figura.

Lo cierto es, que las novelas más populares, las que se han vendido más en el mundo en estos últimos años, las que han tenido en apariencia al menos, mayor influjo en los sucesos políticos y sociales, no se han escrito en París, ni siguiendo la moda de París, sino poniéndose en determinada e impetuosa corriente de la opinión, dejándose arrebatar por ella, acrecentando su brío y extendiendo más su acción sobre el espíritu humano.

Y las viñas extienden su sedoso tapiz de verde claro en anchos cuadros, en agudos cornijales, en estrechas bandas que presidían blancos ribazos por los que desborda la impetuosa verdura de los pámpanos. La cañada se abre en amplio collado. Entre el follaje, allá en el fondo, surge la casa con sus paredes blancas y sus techos negruzcos.

Prefiero seguirte por el mundo, aunque no quieras; ser tu criado, verte... hablarte, mejor que enterrar aquí mi desesperación bajo millones. ¡Ah, niño! ¡niño mío!... ¡Cómo me quieres! ¡Cómo te adoro! Y cayó sobre él frenética de pasión, impetuosa, loca, apresándole entre sus brazos como una fiera.

Lo que importa es proceder con calma, para que vean todos que no hay parcialidad, que no hay odio, que no hay espíritu de venganza, que usas de un derecho, y hasta obedeces á un deberLa venganza impetuosa, violenta, francamente injusta, no habia podido alcanzar un triunfo que ha obtenido sin dificultad la venganza pacífica, insidiosa, disfrazada hipócritamente con el velo de la razon, de la justicia, del deber.

Los vientos se estremecían en los bosques o gruñían en los abismos, y en voz impetuosa se confundían en las profundidades de la montaña, con el sonido grave del toque a rebato, el tumulto de la cascada y el estruendo del trueno.

Lo que yo tengo es algún eje roto aquí y señaló su corazón , y creo que aquí también añadió tocando su cabeza, prematuramente blanca. Salvador se echó a reir con una impetuosa carcajada jovial, que rodó por la sala con escándalo. La niña, muy seria y cuidadosa, escuchaba atentamente. Observándola don Manuel, le dijo: Vete, querida mía, a jugar abajo, ¿quieres?

Pero sucedió que insensiblemente se fué encariñando con uno de ellos que la mimaba mucho y le oía resignado los nimios escrúpulos de su conciencia. Lo que al principio no fué más que simpatía, llegó á ser amor vehemente, pero sublime de pureza. Toda la ternura de esposa y de madre, reconcentrada en el corazón de la viejecita, brotó de pronto como una fuente impetuosa, inundándola de felicidad.

De consiguiente Perla, la niña duende, el vástago del demonio como algunas personas aún persistían en considerarla, se convirtió en la heredera más rica de su época en aquella parte del Nuevo Mundo; y probablemente esta circunstancia produjo un cambio muy notable en la estimación pública, y si la madre y la hija hubieran permanecido en la población, la pequeña Perla, al llegar á la edad de poder casarse, habría mezclado su sangre impetuosa con la del linaje de los más devotos puritanos de la colonia.

Si tratara á Perla teniendo en ella fe y confianza, considerándola mensajero espiritual al mismo tiempo que criatura terrestre, ¿no sería su destino suavizar y finalmente desvanecer el dolor que había convertido el corazón de su madre en una tumba? ¿No serviría también para ayudarla á vencer la pasión, en un tiempo tan impetuosa, y aun hoy ni muerta ni dormida sino sólo aprisionada en aquel sepulcro de su corazón?