United States or Ethiopia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Unos eran de color tordo; otros de un gris plateado, sedoso y brillante, y todos ellos temblaban desde las piernas a la grupa con fuertes estremecimientos, como si no pudiesen contener su exceso de vida en este encierro. Rafael hablaba con admiración del valor de aquellos animales.

Vestía una chaquetilla de paño gris perla, bien ceñida y sin adornos, luciendo, al quitársela, el cuerpo del vestido, liso y rojo muy oscuro, con muchos botoncitos de plata; al cuello una gola de piel negrísima, sobre la cual brillaba, como enroscada sierpe de oro, el moño de pelo sedoso y rubio.

Y las viñas extienden su sedoso tapiz de verde claro en anchos cuadros, en agudos cornijales, en estrechas bandas que presidían blancos ribazos por los que desborda la impetuosa verdura de los pámpanos. La cañada se abre en amplio collado. Entre el follaje, allá en el fondo, surge la casa con sus paredes blancas y sus techos negruzcos.

¡Ah, los terribles recuerdos! Rafael se revolvía en la cama, creyendo sentir todavía en sus manos el contacto sedoso de las misteriosas interioridades tanteadas ávidamente en la fiebre de la lucha; se imaginaba tener ante sus ojos aquella rápida visión de nieve sonrosada, entrevista como a la luz de un relámpago, mientras el iracundo pie le oprimía el pecho... y revolviéndose furioso entre las sábanas rugía de pasión, mordiendo la almohada: ¡Leonora! ¡Leonora!

Y al llegar aquí la candorosa Luz con sus comparaciones mentales, se quedó abismada en el mayor de los asombros... junto a la puerta de entrada al salón, en el mismo sitio donde ella tenía puesta la mirada, casi rozándose con el novio de su amiga, que pasaba por allí en aquel momento, acababa de aparecer... el otro, el mancebo de sus imaginaciones; la figura de su cuadro, con su gallardía de continente; con su pelo negro, suelto y abundante; sus rasgados ojos tan negros como el pelo y el sedoso bigote; su boca risueña y su mirar dulce y profundo. ¿De dónde venía? ¿A qué iba allí?... No cabía duda: venía de su paraíso... y en busca de ella. ¿De qué otra parte podía venir, ni qué otra cosa, sino a ella, podía buscar en el salón con aquel modo de mirar tan suyo?... Ya la había encontrado. ¡La misma sonrisa de allá; la misma expresión de ansias bien satisfechas, en los ojos; el mismo andar que cuando iba hacia la roca blanquecina medio envuelta entre carrascas, hiedras y escaramujos!

Había tomado el baño y retardaba el momento de recobrar su uniforme, deleitándose con el sedoso contacto de la túnica femenina, igual á sus vestiduras orientales de Berlín. Blumhardt no manifestó la más leve extrañeza ante el aspecto de su general. Erguido militarmente habló en su idioma, mientras el conde le escuchaba con aire aburrido, pasando sus dedos sobre las teclas.

Así es que permaneció levantada la mayor parte de la velada entretenida en adornarse y en peinar su sedoso cabello, tan bien como lo permitía su triste estado, para recibir dignamente a la suspirada visita. No he de dar miedo a la niña, Juan decía como excusándose y con resabios de su antigua coquetería.

Sólo diré que pronto fue aceptado como uno de la partida; que los niños, con aquella pronta inteligencia que la Providencia da a los inocentes, reconocieron en él un amigo y jugaron con su rubia barba, largo y sedoso bigote, y se tomaron otras libertades según su inveterada costumbre.

Ya está ahí Tristán... Sal a recibirlo... Voy a peinarme y vestirme en un periquete. Adiós, gañán... ¡Toma, por malo! Venga usted a peinarme. El joven que descendía del carruaje en el momento en que don Germán ponía el pie en la escalinata era alto, delgado, de agradable rostro ornado por unos ojos de suave mirar inteligente y por un pequeño y sedoso bigote negro.

Los ojos del comerciante fijábanse con avidez en la nuca perfumada por las matinales abluciones y todas las blancuras inmediatas revelarlas por la entreabierta penumbra de la blusa. De aquí saltaba su mirada a las redondeces de las piernas, envueltas en calada seda, emergiendo entre el follaje sedoso de las faltas. Maltrana se acercó a él como si hubiese olvidado la escena de poco antes.