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Actualizado: 1 de junio de 2025
Por otra parte, en casa no había gatos ni D.ª Carolina los soportaba. Las circunstancias le empujaban, felizmente para la civilización, a escribir la monografía del perro. Clavel era un perrillo como un puño, tan lanudo que apenas se hallaba hueso y carne debajo de aquel felpudo sedoso con que la Naturaleza le había abrigado.
Especie de mono alado, que puede considerarse como murciélago de gran tamaño; su vuelo es corto; es bastante apreciado por su piel, cubierta de pelo sedoso de muy variados colores. Paniques. Murciélagos de gran tamaño, muy abundante en las islas; hay una variedad que hace sus correrías durante el día; son de carne fina, apreciadísima por el indio.
Lo que surgirá de esa gota ¿es acaso el hilo vegetal, el tenue y sedoso plumión que nadie creería un ser, y no obstante es el primer cabello de una joven diosa, cabello sensible, amoroso, llamado con tanta propiedad cabello de Venus? Lo que os estoy contando no pertenece al dominio de la fábula, no: es historia natural lisa y pura.
El talabartero, vestido como un señor, buen terno de lanilla clara y sedoso fieltro blanco, se ofrecía a las mujeres para enviar noticias, aunque estaba furioso contra la grosería de su ilustre cuñado. ¡Ni siquiera le había ofrecido un asiento en el coche de la cuadrilla para llevarlo a la plaza!
Y de pronto rompe en una larga risa cristalina; su cuerpo vibra; sus hombros suben y bajan nerviosamente. Yo no sé, Azorín; yo no sé lo que yo quisiera. Pepita no desea nada. Tiene un bello pelo rubio abundante y sedoso; sus ojos son azules; su tez es blanca y fina; sus manos, estas bellas manos que urden los encajes, son blancas, carnosas, transparentes, suaves.
El de abajo era el nuevo, el de los días de fiesta y lo desenfundaba cuando iba a Jerez. En los días de labor, no osaba dejarlo en el cortijo por miedo a los compañeros, que se permitían toda clase de burlas con él porque era «un pobrecito gitano», y lo cubría con el viejo para que no perdiese el color gris y sedoso que era su orgullo.
Si á cualquiera, y sólo por la apariencia, se le preguntase la edad que puede tener, se vería muy embarazado para contestar; á tal punto parece indefinida y vaga. Su rostro, aunque sin frescura, es juvenil, y el cabello, lacio y sedoso, todavía no ofrece entre sus negras hebras ni una sola blanca.
Eran murmullos como de voleteos de pájaros en pajarera, ruido de risitas semejante a sartas de perlas que caen desgranándose en una copa de cristal, sedoso crujir de países de abanico, estallido seco de varillajes, ruedecillas de sillón que un punto corrían sobre el encerado piso, ruge-ruge de faldas, que parecía estridor de alitas de insecto.
Desde el día siguiente, Roseta formaría parte del rosario de muchachas que, despertando con la aurora, iban por todas las sendas con la falda ondeante y la cestita al brazo camino de la ciudad, para hilar el sedoso capullo entre sus gruesos dedos de hijas de la huerta.
Febrer, antes de sumirse de nuevo en la inconsciencia, antes de atravesar otra vez las puertas ígneas del delirio, veía próximos a sus ojos los ojos húmedos de Margalida, cada vez más tristes y lagrimeantes en sus círculos azulados; sentía el soplo tibio de su aliento en sus propios labios, y luego estremecerse éstos con un contacto sedoso y húmedo, una caricia leve y tímida semejante al roce de un ala. «Dorga, don Chaume.» El señor debía dormir.
Palabra del Dia
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