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Actualizado: 2 de julio de 2025
Los troncos de pino, los pies derechos y contrafuertes que sostienen sólidamente el dique, se retiran con cuidado; luego, á una señal, la traviesa que servía de cerrojo á la enorme puerta, es precipitada al fondo, la compuerta se levanta y la masa impetuosa del agua corre con furor hacia la salida que le acaban de abrir.
Caminaba impetuosa hacia el anfiteatro la comitiva, compuesta del partido y juventud republicana, de mucha chiquillería, de los comités rurales, de los delegados y de todo fiel cristiano que movido de curiosidad quiso injerirse en la procesión.
Flora gritaba y quería arrojarse igualmente, pero el barquero la retuvo. La corriente en aquel sitio, aunque viva, no era impetuosa. Nolo nadaba con todas sus fuerzas para alcanzar á su amada antes que llegase al sitio donde el río se precipitaba en torbellino semejante á una cascada.
Ese pudor no era, quizá, sino pudor virginal pudo muy bien pasar por tal, aunque su esplendor haya hecho nacer una llama más impetuosa todavía en el seno de aquel que, ¡pobre de él! te vio en tu día nupcial, cuando tu frente se cubría de ese rubor invencible, a pesar de que estuvieras rodeada de dicha y que el mundo no fuera sino amor ante ti!
Pero lo más extraño fue que, al ser puesto en pie, rompió en una charla incoherente, impetuosa, roja la cara como un tomate, vibrante y entrecortada la lengua.
La primera idea de la impetuosa María Teresa fue comprar un revólver e ir matando por turno a los hijos y las hijas de su marido, a más de yernos y nueras, sin perdonar a los nietos. ¡Raza maldita! ¡Ladrones! ¿Y para esto había sacrificado los primeros años de su juventud a un viejo tonto, renunciando al amor?... Pero no; él era bueno y la quería.
En la tercera jornada se tiene que arrostrar una de las mayores dificultades que presenta el Mamoré para su navegacion; pues hay un punto en el que estrechándose mucho su corriente, viene á ser mas impetuosa, y forma unos remolinos en embudo, demasiado rápidos para que las canoas puedan salvarlos sin aventurarse demasiado: es tal la violencia con que azota el agua al pasar por encima de ellas, que la débil embarcacion vacila y se bambolea como si hubiese chocado contra una roca.
Lo prudente es, pues, obrar como si su existencia estuviese demostrada y reconocerlo como fuente de todo el bien que hay en nosotros. ¿Para qué? exclamó la impetuosa Sofía, contrariada por aquella hábil balanza entre las diversas opiniones. ¿Para qué ese engaño impuesto a nuestra credulidad? Lo que subleva en las religiones es que hablen en nombre de un Dios que no pueden definir.
El viejo navío, como un corcel espantado, se negaba a obedecer; el viento y el mar, que corrían con impetuosa furia de Sur a Norte, lo arrastraban, sin que la ciencia náutica pudiese nada para impedirlo. No tardamos en rebasar de la bahía. A nuestra derecha quedó bien pronto Rota, Punta Candor, Punta de Meca, Regla y Chipiona.
Conforme a los planes de Federico, el empuje que había adquirido la llevó más allá del margen, y teniéndola a propósito para un gran salto, se lanzaron en medio de la impetuosa corriente del río. Unos momentos de lucha, coceando y nadando, y Federico respiró ruidosamente, después de ganar la orilla opuesta. El camino desde Rattlesnake-Creek hasta Red-Mountain era bastante bueno.
Palabra del Dia
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