United States or Northern Mariana Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tan pesado se puso que al cabo los Cardenales bailaron sobre la carretera, á la luz de la luna, entre la algazara del cortejo nupcial que los jaleaba desde los coches. Pero aquel momento gozoso fué turbado por la mala intención de Antoñico, que participó al maestro carpintero cómo Frasquito intentaba darle amoniaco para limpiarle la mona.

Una noche la infeliz esposa se encontraba ya recogida en su lecho, cuando la despertó don Fernando pidiéndole el anillo nupcial. Era éste un brillante de crecidísimo valor. Evangelina se sobresaltó; pero su marido calmó su zozobra, diciéndola que trataba sólo de satisfacer la curiosidad de unos amigos que dudaban del mérito de la preciosa alhaja.

El conocimiento que cada cual tenía del otro los hizo prudentes, rehuyendo un choque formidable que había de ser funesto. Pero vino al fin. Se dijo entre los murmuradores que Osorio, cansado de la indiferencia y los desdenes de su esposa, en una hora fatal de ira y desesperación la había ultrajado con su misma doncella y en el mismo tálamo nupcial.

Decía Pedro a su amigo que, por mala fortuna, habíase comprometido con su amigo lord S * para dar con él una vuelta en su yacht por el Mediterráneo; pero que, sin embargo, contaba con estar de vuelta en tiempo oportuno para asistir a la ceremonia nupcial, encargándole al propio tiempo que transmitiera sus respetuosos parabienes a la señorita de Sardonne.

Así se amaron, así se casaron, y el «todo París» se levantó una mañana dos horas antes que de costumbre para asistir á una ceremonia nupcial adornada con la presencia de todos los poderosos de la industria y un sinnúmero de personajes políticos, amigos del abuelo de la desposada. El amor idílico de los recién casados no ofrecía dudas.

La infeliz mujer, tan prendada de los poderes autoritarios, no sabía que el Soberano tiene una esposa, la Ley, y que, según el arreglo que hemos hecho, con el anillo nupcial de este himeneo se han de sellar lo mismo la sentencia que el perdón. Hemos dicho que Augusto volvió a la casa de Isidora.

Aquella noche, cuando los pesados y ricos cortinados de la cámara nupcial cayeron sobre los misterios de himeneo, el Dios del amor debió cerrar sus pliegues con vergüenza, como si se sintiese deshonrado de servir de guardián a los desposorios del Tiempo con la diosa más joven del Olimpo.

Sus amantes recibieron su postrer adiós, y sus correspondientes brazaletes, con mal contenida emoción. Los partes de casamiento anunciaban que la bendición nupcial tendría efecto el día 3 de marzo, a la una en punto, en la iglesia de Santo Tomás de Aquino. Inútil parece advertir que se había colgado el altar y se había engalanado el templo como en las bodas de primera categoría.

Al aproximarse el cortejo nupcial una aclamación cordial se elevó en el patio de la taberna, y Ben Winthrop, cuyas bromas habían conservado su sabor agradable, opinó que era conveniente entrar para recibir las felicitaciones. No sentía la necesidad de entrar a descansar un momento en las Canteras, como le habían propuesto, antes de reunirse a los invitados.

Llegó por fin el día señalado, uno de los últimos de julio que amaneció como los antecedentes claro, sofocante, abrasador. La familia de Escudero había ido la noche anterior a dormir en casa de Reynoso. Tristán se trasladó por la mañana acompañado de Gustavo Núñez y el paisano Barragán. Gran parte de la colonia veraniega y mucha también del vecindario quiso presenciar la ceremonia nupcial.