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Bajo la terraja del templo, un doble hemiciclo de mármol rodea la fuente y sus gradas, donde las jóvenes iban en otro tiempo á aprovisionarse de agua, bajan hasta hundirse en el líquido cristalino. La fuente es de un azul insondable á la mirada. Saliendo del fondo de un abismo abierto como un embudo, la masa de agua se ensancha subiendo y se extiende circularmente en la superficie.

Dentro del vehículo, un personaje rico en carnes estaba de pie, teniendo ante su boca el embudo de un portavoz. Al fin alguien iba á hablarle. Por esto sin duda acababa de hacerse un profundo silencio de curiosidad y de respeto en la muchedumbre. Sonó la voz del abultado personaje, que era dulce y temblona como la de una dama sentimental, pero con el agrandamiento caricaturesco de la bocina.

¡Hola!, he ahí a Chimbe, donde nos calafatearon el almuerzo famoso de la venida; ahí está el árbol a cuyo pie, tendido, con la rienda de mi mula cansada en la mano, se me apareció la Providencia bajo la forma de un indio montado en un alazán, y allá en el fondo de su eterno embudo, Villeta, la dulce al dejarla. Hace rato que nos ha dejado Pombo; miramos el reloj.

Bien haya aquel tabernero de Corte, que se quita de esos cuidados y es cura de su vino, que le está bautizando en los pellejos y las tinajas, y a estas horas está hecho diluvio en pena, con su embudo en la mano, y antes de mil años espero verle jugar cañas por el nacimiento de algún príncipe. ¿Qué mucho dijo don Cleofás si es tabernero y puede emborrachar a la Fortuna?

Pasada la dura estación, una mañana abríanse las ventanas, renacían los ruidos, oíanse voces de llamada de una a otra casa; pájaros enjaulados que eran expuestos al aire libre hacían oír sus trinos; brillaba el sol, miraba desde arriba por el estrecho embudo que formaba nuestro jardincillo; los brotes de las hojas nuevas salpicaban las ramas de las plantas color de hollín.

No me atrevo ya, dixo el enano, á creer ni á negar cosa ninguna; procuremos examinar estos insectos, y discurrirémos luego. ¡Que me place! respondió Micromegas; y sacando unas tixeras, se cortó las uñas, y con lo que cortó de la uña de su dedo pulgar hizo al punto una especie de bocina grande, como un embudo inmenso, y puso el cañon al oido: la circunferencia del embudo cogia el navío y toda su tripulacion, y la mas débil voz se introducia en las fibras circulares de la uña, de suerte que, merced de su industria, el filósofo de allá arriba oyó perfectamente el zumbido de nuestros insectos de acá abaxo, y en pocas horas logró distinguir las palabras, y entender al cabo el francés.

Se había contaminado al curar las heridas de un moribundo perdido durante tres días en el fondo de un embudo de tierra abierto por el estallido de un proyectil enorme. Su agonía duró cuarenta y ocho horas, ennegreciéndose lentamente con la expansión de la sangre envenenada, aullando entre nerviosos estertores, doblándose como un arco sobre la cabeza y los pies, que se clavaban en el lecho.

El travieso y maleante clérigo gozaba lo indecible viendo al arcipreste sofocado, abotargado, con la mano en la oreja a guisa de embudo, o introduciendo rabiosamente el fusique en las narices. Cebre, según don Eugenio, hervía en indignación contra don Pedro Moscoso; los aldeanos lo querían bien; pero en la villa, dominada por gentes que protegía Trampeta, se contaban horrores de los Pazos.

Con frecuencia, cuando yo era un colegial libre, subía corriendo ese sendero para bajarlo después en pocos saltos; á veces, también me aventuraba alejándome algo por el llano, hasta perder de vista el bosquecillo de la fuente; pero en un ángulo del camino me paraba sorprendido y sin aliento para ir más lejos. A mi lado veía abierto un abismo en forma de embudo, lleno de parras y zarzas enlazadas.

Debajo de ésta llevaba otras faldas y otras, ocho, diez o doce zagalejos, toda la ropa femenil de la casa, un embudo sólido de paños y bayetas que borraba los vestigios del sexo y hacía imposible imaginarse la existencia de una realidad carnal bajo la balumba de tejidos. Las hileras de botones de filigrana brillaban en las mangas postizas del jubón.