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¿Fingirémos que A y B se ponen en relacion, comunicándose recíprocamente la parte que les corresponde? pero en tal caso tendremos que A siente todo lo suyo, y además lo que la comunica B; entonces, ¿á qué viene la B si A lo siente todo? ¿por qué no poner toda la sensacion primitiva en A? Salta á los ojos que dicha comunicacion es una hipótesis disparatada, pues que con ella resultaria que para formar la sensacion total seria indispensable una sucesiva comunicacion de las partes entre , y que cada una sintiese lo propio y lo que la transmitiesen las demás, formándose de este modo, una sensacion sola, sino cuantas partes hubiese, y resultando un ser sensible solo, sino en número igual al de las partes.

Voluntad firme no es lo mismo que voluntad enérgica, y mucho ménos que voluntad impetuosa. Estas tres cualidades son muy diversas, no siempre se hallan reunidas, y no es raro que se excluyan reciprocamente. El ímpetu es producido por un acceso de pasion, es el movimiento de la voluntad arrastrada por la pasion, es casi la pasion misma.

Las ideas de dos globos nos ofrecen dos extensiones que se excluyen recíprocamente en la representacion sensible; he aquí la impenetrabilidad geométrica.

Reíamos y llorábamos, con las mejillas apoyadas una contra otra, y nos estrechábamos con fuerza las manos, como para procurarnos recíprocamente la sensación de esas vivas y vigorosas presiones, que prodigaba su tosca mano roja.

La tía María estaba hilando al lado derecho de la chimenea; sus dos nietecitas, sentadas sobre troncos de pita secos, que son excelentes asientos, ligeros, sólidos y seguros. Casi debajo de la campana de la chimenea, dormían el fornido Palomo y el grave Morrongo, tolerándose por necesidad, pero manteniéndose ambos recíprocamente a respetuosa distancia.

Por eso el día que el padre de Magdalena nos presentó recíprocamente en casa de mi tía diciéndole que era yo el mejor amigo de su hija, recuerdo que al estrechar la mano del señor De Nièvres pensé lealmente: «¡Pues bien, si ella le ama, que le ame él también!» Y en seguida fui a sentarme al fondo del salón y los contemplé bien convencido de mi impotencia, más que nunca obligado a callar, sin irritación contra el hombre que nada me quitaba puesto que nada me habían dado, reivindicando el derecho de amar como inherente al derecho de vivir y diciéndome con desesperación: «¿Y yo

Eran estos indígenas muy aficionados á la música, la danza, y mas que todo á los festines, donde reinaba el desórden, fomentado por el abuso de las bebidas fermentadas. En tales reuniones la inmoralidad llegaba á tanto, que se brindaban recíprocamente sus mugeres, obligándolas á prestarse ya al uno ya al otro de los concurrentes.

Ninguno de los dos ha visto ni verá nunca el rinconcillo de tierra que está en litigio; ni ménos casi ninguno de los animales que recíprocamente se asesinan ha visto tampoco al animal por quien asesina. ¡Desventurados! exclamó indignado el Sirio: ¿cómo es posible imaginar tan furioso frenesí?

Ya no se destrozan una á otra gentes mal armadas, sino centenares de miles de hombres, provistos de los más científicos medios de destrucción los que chocan y se destruyen recíprocamente. Seguramente la humanidad progresa, pero al ver tan espantosos conflictos, hay que dudar algunas veces.

Todo esto lo ocasiona el amor propio, haciéndonos creer que quedamos privados de un gran bien, quando le tiene nuestro contrario, ó que el creer los demas que nuestro contrario es bueno y justo, se opone á nuestra utilidad y conservacion. De esto nacen tantas injurias y falsedades, que se atribuyen recíprocamente los Escritores, que son de pareceres opuestos.