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Cálmese usted, hija repuso el clérigo, impresionado. ¿Acaso se arrepiente usted de su decisión?... Por eso no ha caído usted en el abismo. Todo se puede arreglar sin escándalo. Tiene usted un año de noviciado, en que puede salir del convento cuando lo desee...

Ellos le recibieron con la más perfecta tranquilidad fingiendo pasmosamente que tenían gusto en verle por allí y preguntándole por Clara. Imposible llevar a grado más alto la hipocresía. ¡Qué abismo de maldad es el corazón humano! No hacía mucho rato que estaban allí sentados cuando llegó la caravana que conducía en triunfo al paisano Barragán.

Ensanchado el pecho con esto, subió á la tribuna. Desde arriba miró aquella multitud de cabezas apiñadas, y recibió de un golpe las miradas curiosas de tantos ojos. Aquello le pareció un abismo. Su rostro, encendido por la turbación, se puso bruscamente muy pálido. Hubiera querido hablar con los ojos cerrados.

Ella miró a Lázaro como quien, sin confesar su pena, implora alivio a su dolor, y él, juntas y caídas las manos que sujetaban el libro, se abismó en la contemplación de aquella mujer que mendigaba un apoyo o un consejo del único ser que no podía dárselo, y a quien era crueldad exigírselo.

Hallábase el bueno de Pito esparrancado en el borde mismo de la quebrada y mirando ansiosamente hacia abajo. Allí, en el estrecho lomo de la única peña que avanzaba sobre el abismo y se arraigaba en la orilla, a cosa de treinta pies más abajo de donde afirmaban los suyos para mirar Pito y los que habían acudido a su llamada, se veía un cuerpo humano medio cubierto por la nieve. Indudablemente era el de Chisco, por las señales de su vestido y de su tamaño; pero ¿quedaría algo de vida en aquel ser que parecía inanimado? Pito sostenía que , porque se atrevía a jurar que había pescado cierta «movición» de brazo en él. De todas maneras, había que sacarle de allí. ¿Cómo? ¿Por dónde? Y aquí las ansias y la desesperación, porque el socorro era dificultoso y el tiempo apremiaba inexorable. El corte de la montaña por aquel lado era casi vertical, a pico sobre el barranco, y sólo había un ligero tramo, de talud muy enlomado, precisamente a plomo de la peña con la cual se unía por su base. Entre la peña y la base del talud había un espacio de algunas varas. En aquel espacio, muy arrimado a la peña y con bien marcada inclinación hacia el abismo, estaba lo que se parecía a Chisco boca abajo e inmóvil; parecer que confirmaba Canelo desde arriba latiendo desaforadamente y buscando una senda por donde lanzarse en ayuda de su dueño. Por razones de suma prudencia, mandó Neluco que se sujetara al perro en el acto y se le tuviera lejos del sitio en que se hallaban don Sabas, Pito Salces y él, discurriendo sobre el problema de la bajada.

Es preciso irme desprendiendo poco a poco, de buen o de mal grado, de este bajo suelo; ya siento en la noche; ¿cuántas horas me faltan contar aún en este negro abismo? Dios lo sabe; yo no he de contarlas, porque estoy entregada a El absolutamente; lo que le pido, es que me retenga aquí el tiempo necesario para ganar su estimación.

Abrumado con tan fatales ideas, cubiertos los ojos de un velo de dolor, pálido de color de muerte el semblante, y sumido el ánimo en el abismo de una tenebrosa desesperacion, siguió su viage hácia el Egipto. La muger aporreada. Encaminabase Zadig en la direccion de las estrellas, y le guiaban la constelacion de Orion y el luciente astro de Sirio hácia el polo de Canopo.

Quiero decir, que no me paro en bordaduras, ni en apariencias, ni en riqueza; siendo vos lo que sois, además de ser hija de un duque y mujer de un conde, para que yo no os hubiese amado, era necesario que no os hubiera conocido. De modo que si yo hubiese sido la hija de un mendigo... Hubiera quitado las conchas y hubiera tomado las perlas. Desconfío todavía de vos. ¿Todavía?... Sois un abismo.

Creía yo que mi madre bendecía desde el cielo aquellos amores sencillos, puros, inmaculados como el lirio silvestre que abre su nítida corola al borde de un abismo, entre los iris de espumosa cascada, allí donde no ha de tocarle la mano del hombre.

Impetuosa es la Mancha con su estrecho do se sumerge el flujo del Océano del Norte; áspero es el mar bretón con los violentos remolinos de sus cortaduras basálticas; mas, el golfo de Gascuña, desde Cordouan á Biarritz, es un mar de contradicciones, un enigma de combates. En dirección al Mediodía se vuelve de repente extraordinariamente profundo, un abismo donde el agua se cuela.