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Un sentimiento de orgullosa alegría, llenó de pronto el corazón de Delaberge: «Este apuesto muchacho, robusto y hermoso como un roble joven; este Simón de alma noble y de voluntad enérgica era verdaderamente su hijo...» Después toda su alegría se disipó al solo pensamiento de que este hijo suyo llevaba el nombre de otro y sería siempre un extraño para su padre natural.

Pero ella, tan animosa y enérgica dentro de su casa, tenía que retirarse bufando de coraje o llorando apenas se asomaba a la puerta. Todas las mujeres de las Claverías querían vengarse de su antigua servidumbre, puestas ya en la pendiente del desacato. Miradla gritaba la zapatera a sus vecinas . Siempre tan compuesta la tía fea.

Le obligaremos dijo ferozmente un senador . Si no trabaja no comerá. Además, nuestras máquinas voladoras y nuestros buques le harán obedecer. Esta contestación enérgica fué acogida con grandes aplausos, y después de ella cesó toda resistencia. Gillespie se libró de la muerte, pero fué condenado á trabajo perpetuo.

Entonces él, encargado de velar por el gobierno y el partido, había llamado al alcalde a su despacho y le había dicho: «Amigo mío...» Aquí una tirada de observaciones que D. Peregrín, cada vez que la repetía, iba haciendo más enérgica, hasta convertirla en severísima filípica.

Las grandes ciudades son verdaderos focos de corrupción, donde se van perdiendo íntegramente los sentimientos de humildad, de obediencia y de amor al pasado. Casi todos los madrileños saben leer y escribir, y aunque una enérgica censura amordaza a los escritores de la mala prensa, las ideas disolventes siempre encuentran camino por donde llegar al cerebro del pueblo.

Con la cabeza descubierta, el rostro pálido, la mirada ardiente, la acción enérgica, permanecía en su puesto dirigiendo aquella acción desesperada que no podía ganarse ya. Tan horroroso desastre había de verificarse con orden, y el comandante era la autoridad que reglamentaba el heroísmo. Su voz dirigía a la tripulación en aquella contienda del honor y la muerte.

La palabra raquero viene del verbo raquear; y éste, á su vez, aunque con enérgica protesta de mi tipo, del latino rapio, is, que significa tomar lo ajeno contra la voluntad de su dueño.

La advertencia no podía ser más clara ni más enérgica, y unida á la amenazadora actitud del novicio, cuyas fuerzas eran bien conocidas de todos, bastó para que los legos retrocedieran más que de prisa y para espantar á los religiosos, que se precipitaron en tropel hacia la puerta.

Veía aquel varonil semblante, inclinado sobre el señor Aubry, en tanto que le explicaba con voz cariñosa su rudo y múltiple trabajo, y las medidas que debía adoptar, para no aplazar el casamiento anunciado. ¡Qué alma más enérgica y amorosa descubría en él! Por un fenómeno singular, le impresionaba menos su desinterés que su pasión silenciosa semejante a un culto.

Sentía vergüenza y remordimiento viendo lo que sufría aquella mujer por haberse entregado a él. ¿Cómo remediarlo? Se sentía humillado; quería ser hombre fuerte, la mano enérgica que protege en el peligro a la mujer amada. Pero ¿sobre quién había de caer para defenderla?...