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Llueve con mucha frecuencia en los meses de mayor calor, con lo cual se tempera bastante la atmósfera, y el viento Pampero, que con mucha frecuencia sopla, refresca y purifica el aire. Hace treinta y tres años que el Brasil se emancipó.

Además, sentía allí ese viento exótico que parece soplar en los puertos y las grandes estaciones de ferrocarril.

El levante disminuía sensiblemente, y se veía, por las nubes que avanzaban rápidamente desde el horizonte y por las oscilaciones de la brisa, que el viento cambiaba de dirección. Las estrellas aparecieron veladas, y la noche, de clara que era, se tornó sombría.

Las naves volvieron aquella noche á Cabo Páxaro con viento contrario, y las dos galeras de Mónaco con ellas, que no pudieron proejar para tomar la isla con las demás por estar largas á la mar.

La mayoría de las mujeres vestían sus más elegantes toilettes con pieles, porque soplaba un viento frío venido del Arno; la esencia de las flores vagaba en el ambiente, y las risas e incesante charla resonaban por todos lados, porque la antigua ciudad de rojas azoteas estaba llena de alegría.

El conductor sostenía un vivo diálogo con alguien en el camino, diálogo que nos pareció debía ser poco halagüeño a juzgar por las palabras que en medio del furioso viento que soplaba pudimos apreciar; «puente arrastrado», «camino inundado», «paso imposible» y otras por el estilo.

Dejáronle con siete compañeros, Entre indios bautizados y amorosos. En el navío dando vela al viento, A Santa-Fé llegaron á contento.

A falta de esclavina, los marinedinos alzaban cuanto podían el cuello del gabán o el embozo de la capa. Es que el viento era frío de veras, y sobre todo, incómodo; costaba un triunfo pelear con él. Entrábase por las bocacalles, impetuoso y arrollador, bufando y barriendo a las gentes, a manera de fuelle gigantesco.

Mendieta quedó allá sin el navío; presto feneció, triste y lloroso: Estotros placenteros con contento De Santa salieron con buen viento. A la Asumpcion llegaron victoriosos, Pensando que hicieron grande hazaña, A donde los recibe muy gozosos, Como si vueltos fueran ya de España.

¡Mil millones de truenos! decía el contramaestre hundiéndose el capuchón hasta los ojos , ¿qué infernal viento le ha empujado? ¿Dónde está? ¡Son las diez y aun no ha venido a bordo!