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El aviador salía una hermosa mañana en su aparato de caza, elevándose á través de las nubes en busca del enemigo, con la alegre confianza de un joven paladín marchando al encuentro de las aventuras.

El Conde queda tan encantado de las gracias de Alfreda, que, desentendiéndose de la comisión de su soberano, la pide para . El Rey la conoce aquí, habiéndose extraviado en una partida de caza, y se enamora de ella violentamente siendo correspondido. Cuando averigua el engaño del Conde, declara nulo su casamiento, y se lleva á Alfreda á su palacio para contraer con ella matrimonio.

También don Cándido frisaba con los cincuenta años y era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador, y si no amigo de la caza, como don Quijote, incansable en el ejercicio de buscar tristezas para aliviarlas.

El señor iba de caza como otras veces, pero ¡ay! tomaba el sendero de la montaña, iba hacia el bosque de pinos, en una de cuyas calvas estaba la herrería.

Tristán los sentía cada día más rabiosos del marquesito del Lago. Este chico, sin darse cuenta de ello, hacía lo posible por mantenerlos vivos; se juntaba a Clara en cuanto tenía ocasión y no sabía luego apartarse de ella. Era seguro que no hablaba más que de caza y lo que con ella se relacionase, pero el obcecado Tristán hallaba en estas conversaciones un sentido misterioso.

Dieron los hombres la última mano al circo, y el domingo, en el momento en que la gente salía de vísperas, se presentó el domador seguido del viejo en la plaza de Urbia, delante de la iglesia. Ante el pueblo congregado, el domador comenzó a soplar en un cuerno de caza y su ayudante redobló en el tambor.

Yo asomé la cabeza por la ventanilla de la carroza, y al ver un animal monstruoso que adelantaba con una rapidez horrible por el sendero junto al cual estaba mi servidumbre, grité: Apartáos, caballeros, apartáos, yo os lo permito . Unos por miedo, otros por afición á la caza, se apartaron lejos ó siguieron al jabalí; don Rodrigo no se movió de junto á la portezuela, á pesar de que el jabalí pasó tan cerca de él que le hirió, aunque débilmente, el caballo, y quedó solo al lado de la carroza; toda mi servidumbre: picadores, monteros, guardias, se habían alejado.

Reproducíase en esta danza tradicional, inventada sin duda por los primeros pobladores de la isla, rudos piratas de la edad heroica, la eterna historia de los humanos, la persecución y la caza de la hembra.

El luminoso mes de Mayo, joven guerrero con armadura de flores, se presenta a dar caza al negro invierno, y en medio de la fiesta de la Naturaleza regocijada, busca a su amante: la Juventud. Esta noche, en que te veo por vez primera, es la noche de bodas infinita de la Primavera y de la Juventud».

Contra este capricho protestaba a menudo Gonzalo; todos los días hablaba de quitárselo; pero su cuñada no hacía caso; ella misma se inclinaba sobre la almohada para que la niña lo satisficiese. Gonzalo se quedaba algunas veces dormido sobre la de Paulina, sobre todo cuando había ido de caza.