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Gillespie acometió inmediatamente á puntapiés, la gran puerta del edificio, y finalmente hizo de su cachiporra una catapulta, derribando á los primeros embates las dos hojas chapadas de acero. ¡Ra-Ra, hijo mío gritó á toda voz , la salida está libre; huye y no perdamos tiempo!

Después de ser subprefecto en Ariege una corta temporada, Octavio Mirbeau regresó á París, donde reanudó en Le Gaulois sus tareas periodísticas. De pronto, y cediendo tal vez á una pasión que había de serle fatal, acometió temerarias operaciones bursátiles, que le procuraron ganancias copiosas.

No tratemos mas de eso, dixo el baron, yo confieso que me excedí un poco. Pero una vez que desea vm. saber como me he visto en galeras, le contaré que despues que me hubo sanado de mi herida el hermano boticario del colegio, me acometió y me hizo prisionero una partida española, y me pusiéron en la cárcel de Buenos-Ayres, quando acababa mi hermana de embarcarse para Europa.

La acometió un rapto de apasionada locura, y se colgó súbitamente al cuello de su amante, cubriéndole de besos: después, como un pájaro herido de amor, se dejó caer sobre la nieve y obligó a Miguel a sentarse a su lado: y comenzó a recitar con voz enternecida el poema que más le había subyugado nunca, Le Lac, de Lamartine.

Por la de Berenguer se decia, que antes de su prision era general, y habia sido el primero que acometió felizmente las provincias del imperio, y que por la alevosia de los Genoveses se habia perdido, no por haber faltado á lo que debia.

Más tarde me acometió el deseo vanidoso de distinguirme entre mis compañeros: llamé a tres o cuatro muchachos que me conocían por haber recibido el periódico de mis manos, y les ordené que gritaran: «El primer número de La Abeja, con la defensa de la política de Felipe II en los Países BajosContra lo que imaginaba, tampoco causó efecto el nuevo pregón: solamente advertí que un grupo de jóvenes venía riendo y soltando chistes groseros a propósito de los Países Bajos, lo que me obligó a revocar la orden.

¿De que ese mancebo...? ¡vaya! al verle me acometió una sospecha; pero cuando me habéis dicho que es hijo de un Montiño... no pude dudar... como que... ya se ve, estoy en el enredo... ¿Acabaremos, hermano bufón? Si, por ejemplo, ese mozo en vez de llamarse Juan Montiño se llamase don Juan Girón... ¡Diablo! exclamó Quevedo. ¡Cómo! ¿no lo sabíais, don Francisco? Algo se me alcanzaba.

Sin duda para mostrarse más digno de su encumbramiento, D. Jaime acometió la arriesgadísima empresa que causó su muerte. Diecisiete años acababa de cumplir doña Mencía cuando se quedó viuda. Amarga y desconsoladamente lloró la muerte de su gentil e idolatrado esposo.

Acometió el enorme plato que habían colocado en el centro de la mesa para él y los dos toreros. Otro plato igual humeaba más allá para la gente del cortijo. Su voracidad pareció avergonzarle de pronto, y a las pocas cucharadas se detuvo, creyendo necesaria una explicación.

¡Ah! ¡ah! dijo soltando una horrible carcajada el bufón ; ¿conque habré de mataros, hermano Quevedo, ya que se me os habéis puesto por medio? Y acometió hierro en mano á Quevedo. Hacéos, hacéos á la pared, doña Clara dijo Quevedo parando los primeros golpes del tío Manolillo ; las habemos con un gato garduño, tan ágil de pies como yo quisiera serlo; así, contra esa puerta, ahora no hay miedo.