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Todo despareció; tan sólo un trono, de cien edades sobre el polvo inerte resiste inmoble al infernal encono, y a los rudos embates de la suerte. Crece su gloria al par que su abandono, más es que el mundo y que sus furias fuerte, a sus pies veinte siglos han pasado, y sigue el rey, y sigue su reinado. ¿Sabéis dónde se vió por vez primera?

Pez charlaba con él algunos ratos de los sucesos políticos; pero comúnmente iba con Rosalía a dar una vuelta por la terraza. Aquel paseo era sosegado y gratísimo, porque la cavidad del edificio defiende a la terraza de los embates del aire, sin perjuicio de la ventilación.

No en vano con tus naves cargadas de nobleza, del todo lo sublime que Iberia pudo dar, venciste los embates del mar y su fiereza, trayendo con tu espada la cruz y la verdad. Tu gloria es como el astro que intenso resplandece; mirar tal vez no quieran su bello fulgurar, pero su clara lumbre ni muere ni decrece, y en los espacios célicos luciendo siempre está.

Si tiembla la roca á los embates del mar, sabe perfectamente que nada tiene que temer, que la que causa aquel ruido es su bondadosa nodriza. Encuéntrase mecido, le vence el sueño y dícela: Buenas noches. Conchas, nácar, perla. El esquino ha asentado el límite del genio defensivo.

La idea fué buena, por mas que en nuestros dias sea moda censurarla afectando tal vez mas amor al arte del que se tiene: porque ni á un obispo le es permitido postergar el interés religioso al interés arqueológico, ni es probable que la suntuosa Aljama de los Umeyas hubiese subsistido contra los embates del tiempo, del fanatismo, y del esclusivismo artístico de algunas épocas pasadas, á no hallarse bajo la egida del culto católico, que, aun en los dias de mayor intolerancia y barbarie, solo ha consentido se alterase una parte mínima de sus bellezas.

El viejo fortín de piedra era una ruina que lentamente iba deshaciéndose bajo los embates del tiempo y los soplos del mar. Los sillares caían de sus alvéolos; las almenas tenían las puntas roídas. Al vender Can Mallorquí, la torre había quedado fuera del contrato, tal vez por olvido, a causa de su inutilidad.

Tenían fortaleza de ánimo y confianza en sus propias fuerzas, y en tiempos difíciles ó peligrosos, cuando se trataba del bienestar de la cosa pública, eran como muralla de rocas contra los embates de las tempestuosas olas.

En la cumbre gloriosa del Calvario, como un astro radiante, aún fulge el ara, no logró el huracán con sus embates derribar de ella a la deidad preclara... Baja sin miedo con la frente erguida a la candente arena, en que se entablan las luchas de la heróica inteligencia, y ante el bravo adversario avanza, avanza... ¡Oh, no temas caer ante el coloso con el pecho horadado con las balas!

Aquella noche, los pinos que rodeaban la cabaña, sacudidos por la tempestad, arrastraban sus esbeltas ramas por encima del techo, y a lo lejos se oían el rugido y los embates de la impetuosa corriente del río. El socio de Tennessee se incorporó y dijo: Ya es hora, voy en busca de Tennessee; engancharé el carrito. Y se hubiera levantado de la cama a no habérselo impedido su criada.

La accidentada línea que formaba la costa presentaba ya una playa de dorada arena que las mansas olas salpicaban de plateada espuma, ya rocas caprichosas y altivas, que parecían complacerse en arrostrar el terrible elemento, a cuyos embates resisten, como la firmeza al furor.