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Acometió el enorme plato que habían colocado en el centro de la mesa para él y los dos toreros. Otro plato igual humeaba más allá para la gente del cortijo. Su voracidad pareció avergonzarle de pronto, y a las pocas cucharadas se detuvo, creyendo necesaria una explicación.

¡Jesús, que café, capitán! dijo Bertita, haciendo un gracioso mohín de desagrado al saborear el negro líquido que humeaba en la taza: nunca podré acostumbrarme á estos brebajes recordando el Moka que se tomaba en casa del Ministro, el primo de este. Pues no digo á ustedes nada, del que se servía en la embajada de Rusia, ni el que se daba en las soirées de la Baronesa: ¡Jesús, Jesús, qué país!

Un hedor de asfalto recalentado y boñiga en fermentación surgía del suelo de las grandes vías. Cerca de la casa del señor Vicente, en las estrechas calles de los barrios bajos, el mal olor del verano martirizaba el olfato. La plaza de la Cebada humeaba como un estercolero en putrefacción.

Las flotas de barcas permanecían en seco, se cerraban los talleres, ya no humeaba la olla, los caballos de la gendarmería cargaban contra la muchedumbre protestante y famélica, la oposición gritaba en las Cámaras y los periódicos hacían responsable de todo al gobierno.

La clásica sopa de manteca con huevos humeaba ya en el centro de la mesa. Mira, haz plato a Gonzalo... Comienza ya a servirle le dijo después sonriendo bondadosamente, como mujer que profesaba ideas semejantes a las expresadas por San Pablo en su célebre epístola. Cecilia se apresuró a obedecer, colmando el plato de su futuro.

18 Y todo el monte de Sinaí humeaba, porque el SE

Si yo hubiese podido prevenirlo, no creo que él tomase la resolución heroica de privarse de sus cartas ni del placer de escribirle. Pero todos los hombres están sujetos al error, sobre todo los médicos. No enseñe usted esta frase a mis colegas. »Hicimos un viaje bien tonto de Malta a Corfú, en un vapor muy sucio, cuya chimenea humeaba horriblemente.

El día asomaba despejado y magnífico: en las hierbas resplandecían las cristalizaciones de la escarcha; la tierra se estremecía de frío y humeaba levemente a la primera caricia del sol; el paso animado y gimnástico de los cazadores resonaba militarmente sobre el terreno endurecido por la helada. Desde el cazadero, adonde llegaron a cosa de las nueve, desparramáronse por el monte.

Encontramos una gran hoguera llameante resguardada por un peñasco y la marmita que humeaba. Nos sentamos en corro, con los pies juntos a la lumbre, y bien pronto tuvo cada cual sobre sus rodillas, dentro de una cazuela de barro colorado, dos rebanadas de pan moreno con mucho caldo.

El primer «paso largo» hacia la Fortuna lo dió Margarita Montansier en Versalles, hallándose de directora en la «Sala» de la calle Sator. Representábase aquella noche una obra de Fabart, titulada «Los Segadores», y el coro cantaba alegremente alrededor de una olla en la que humeaba una sopa de coles.