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Luego, haciendo un gracioso mohín de desdén, se volvió y emprendió de nuevo su camino. Cuando se hubo acercado al riachuelo tendió la vista á ver si había llegado Demetria. No la vió por allí.

No, hija mía, no dijo el padre Aliaga ; pero me extraña ver en el aposento del tío Manolillo, y á estas horas, una mujer tal como vos. La Dorotea sacó su labio inferior en un gracioso mohín, que tanto expresaba fastidio como desdén, por la observación de fray Luis. ¿Os une algún parentesco con esta joven, Manuel?

Sin embargo, al ver a la chica inmóvil, en actitud altiva y desdeñosa, dijo de nuevo, con más firmeza: Vamos, hija, ve a pedirla perdón, ya que la has ofendido. La niña hizo su peculiar mohín de desprecio con los labios, y murmuró muy bajito: ¡, en eso estoy pensando! Vaya, Ventura, ¿qué murmuras ahí? Anda, antes que me enfade. Anda, anda, Venturita. Ve allá.

¡Por vida!... y aquí hizo un mohín de impaciencia de los más hechiceros que yo he visto en mujer, y hasta se dio dos palmaditas sobre el regazo; después, irguiendo la primorosa cabecita y endureciendo un poco la voz y el gesto, añadió : Y en suma y finiquito, ¿qué obligación tengo yo de declararlo, ni qué le importa a usté el saberlo?

Lenta y sentenciosamente hablaba a Salvatierra, mirando al mismo tiempo a la gente con un mohín de superioridad, acompañado de frecuentes salivazos en el suelo. Esto ha cambiado mucho, Fernando. Vamos paatrás y los ricos son más amos que nunca. Tuteaba a Salvatierra a uso de compañero y hablaba con desprecio de la gente trabajadora.

Nada de promesas, pero si reúno suficientes materiales lo haré. No se puede pedir más dijo Roberto. ¡Qué materiales ni qué calabazas! exclamó Rosa, haciendo un gracioso mohín. Pero no cedí, y tuvo que contentarse con aquella promesa condicional. Por mi parte, hubiera apostado cualquier cosa a que mi excursión veraniega no daría por resultado ni una sola página.

Pepe Castro se volvió estupefacto. Por las pálidas mejillas del marqués rodaban algunas lágrimas de enternecimiento. Hizo un mohín de lástima y siguió arreglándose los bigotes. Al cabo de unos momentos de silencio, dijo: Dispensa, chico. No tengo esas dos mil pesetas; pero aunque las tuviera puedes estar seguro de que me guardaría de dártelas si las ibas a emplear como dices.

Adela, locuaz y voluble, ya andaba en la canastilla, ya revolvía en la falda de Ana los adornos del gorro, ya cogía como útil el que acababa de desechar con un mohín de impaciencia, ya sacudía y erguía un momento la ligera cabeza, fina y rebelde, como la de un potro indómito. Sobre las losas de mármol blanco se destacaban, como gotas de sangre, las hojas de rosa.

La condesa se volvió sorprendida, apoyada en el tiento, y hasta llegó a inmutarse algo; mas reponiéndose al punto, dijo con mucho cariño: ¿Pues no le he de querer, hija?... Si es mi primo... tu tío... La niña movió la cabecita haciendo un mohín de duda. ¡! dijo . Yo también quiero al primo Bautista y al primo Carlos... Pero más que a ti y a Paquito, no..., no..., no...!

Jacinta hizo un mohín gracioso con fruncimiento de cejas y labios, el cual quería decir: «No me quiero meter en discusiones contigo, porque saldría con las manos en la cabeza». Y era verdad, porque el Delfín hacía las prestidigitaciones del razonamiento con muchísima habilidad. «Bueno indicó ella . Dejémonos de tonterías. ¿Qué quieres almorzar?».