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Recuerdo, sin embargo, que te proponías no hacer nada para volverla a ver. Nada hice. Pero la quiero, ahora, mucho más que a mi vida misma. ¿Y si ella te dejara? Nada haría para retenerla. ¿Y eso cómo se explica? Pero si dejara de verla, lo mismo me daría morir. Ya no habrá nunca otra mujer en mi corazón. Pero no dices quien es.

¡Qué importa! Te digo que quisiera morirme... Daría con gusto la vida por que no quisieras a Gonzalo... ¿Le quieres, corazón mío, le quieres mucho? Cecilia no contestó. ¡Dime, por Dios, que no le quieres! Cecilia siguió callada. Al cabo de algunos instantes dijo, esforzándose en vano por dar una inflexión segura a la voz: Gonzalo renuncia a casarse conmigo, ¿verdad?

Si bien doña Inés sentía y confesaba que iba a hacer un inmenso sacrificio al desprenderse de Juanita, única mujer que la comprendía en el mundo y que podía ser su compañera, en manera alguna quería prescindir de este sacrificio, que le daría honra entre los mortales y que Dios lo tendría en cuenta para pagárselo en el cielo.

Pues mira, mujer, yo se lo daré hecho... En la primera rama que pongan al Mal Ladrón, y en la última a López Moreno ahorcado... ¡Pero, Curra, mujer, estás de vena esta noche! exclamó muerta de risa la Valdivieso . Cuánto daría Beatriz porque el árbol de Lucy rematase de ese modo... Dice Paco que López Moreno está riquísimo...

D. Ramón, le dije un día desde la cama; parece que le gusta a V. Los Puritanos. Muchísimo; es una de las óperas que más me gustan. Daría cualquier cosa por conocer un instrumento para poder tocarla toda. ¡Qué dulzura hay en ella! ¡Qué inspiración!

Durante tu ausencia he visto lo limpia, dulce y trabajadora que es. Estoy seguro de que le cuidaría bien. Por de pronto, ya digo, de esa cantidad te daría todo lo que pudiera, y en adelante, lo que conviniéramos con arreglo a lo que yo tuviese. Millán guardó silencio.

Convengo en que el perdón es muy cristiano y muy humanitario el olvido; pero yo no daría nunca una hija mía a un hombre nacido en tales condiciones.

Además tenía á tu madre, tenía á la mía, que acababa por ceder á mis peticione. No quiero saber cuánto he perdido: me daría rabia... Deben ser millones. La sonrisa de conmiseración con que la escuchaba Miguel pareció enardecerla. Pero entonces yo no sabía... Ahora necesito ganar, y juego de otro modo. Lo que me falta es capital. ¡Si yo tuviese capital para trabajar!...

Ni siquiera sabía dónde estaba aquella mujer. El marqués no se había interesado gran cosa por el viaje de su sobrina. ¡Muchacha más loca! Tampoco le había avisado a él al marcharse, pero no por esto iba a creerla perdida en el mundo. Ya daría señales de existencia desde algún país «raro», adonde habría ido empujada por sus caprichos. Gallardo no ocultaba su desesperación en la propia casa.

El maestro le daria al aprendiz de comer, beber, vestir, casa y lecho, enseñándole á rezar y á decir oraciones bien y cumplidamente. Lunes 14 Septbre. 1495 .