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Cuando pasaron Castro y su mujer, emprendió una conversación animada acerca de ellos. Ya ves, Mundo; sucedió lo que yo decía. No hace tres meses que se han casado y ya andan a la greña Pepe y su suegro por cuestión de la dote.... Nadie conoce a Calderón mejor que yo.... Si no lo entierran pronto, los pobres se han de ver muy apurados, porque lo que es dinero han de tardar en sacárselo....

Después, su semblante adquirió la expresión plácida y grave que lo caracterizaba, y emprendió nuevamente el trabajo hundiendo en la masa blanda una y otra vez sus puños tersos y rosados. La pasta iba adoptando sucesivamente diversas formas bajo la presión continuada de las manos breves pero firmes de la niña.

Hubo brega entre las dos hermanas sobre el mejor derecho a la posesión de Miss, y Concha la dejó caer, con tan mala fortuna, que chocando sobre la mesa aplastó un par de pasteles, y manchada con la espuma del merengue emprendió una furiosa carrera hacia el salón. ¡Mi pobre perrita! ¡Animal...! ¡la has muerto! gritó Amparito, como si hubiese ocurrido una desgracia.

Fosas junto al edificio, en todas las avenidas del parque, en los arriates de los jardines, dentro de las dependencias. Hasta en el fondo de la laguna circular había muertos. ¿Cómo vivir á todas horas con esta vecindad trágica, compuesta en su mayor parte de enemigos?... ¡Adiós, castillo de Villeblanche! Emprendió el camino de París; se proponía llegar á él fuese como fuese.

Y el chófer, como si después de tales palabras fuese imposible una equivocación, emprendió el camino de Tijuca. Ella tomó una mano del amante entre las suyas, y al recostarse en el asiento casi descansó la cabeza en su hombro. Mostrábase arrepentida de su escena en el buque pocas horas antes. Fernando conocía su carácter; debía perdonarla.

Mejoró de salud, se le animaron los ojos tristes, y de nuevo emprendió sus estudios. En esa época y no obstante estudiar sin descanso, el tiempo no le faltaba para escribir folletos, para pronunciar discursos desde la tribuna de la logia «Armonía», para hacer versos, y para hablar con sus paisanos de las enfermedades de la patria y de sus curas posibles y necesarias.

Perdóneme usted en gracia del motivo respondió el joven apretándole la mano con naturalidad y afectuosa simpatía que lograron interesar a la dama. Pero no lo demostró. Al contrario, se puso más seria y emprendió la marcha hacía la sala. Raimundo la siguió.

El demonio del chico hacía presa en cuanto encontraba, sin despreciar las cosas de valor ínfimo; y después de arramblar por los paraguas y sombrillas, la emprendió con la ropa interior, y un día, al levantarse de la mesa, aprovechando un momento de descuido de sus madres y hermana, escamoteó el mantel y dos servilletas.

Las sombras se espesaban en las márgenes del lago y subían por los flancos de la roca hasta tocar en la cima. El reguero luminoso brillaba en el centro como una cinta de oro. Al fin la luna apareció toda entera sobre una de las crestas y emprendió su marcha callada por el espacio. Las estrellas la seguían con sesgo vuelo como una bandada de pájaros.

En la muchedumbre reinó por breves instantes silencio sepulcral; mas así que se cerró la portezuela, levantose nuevamente un insufrible clamoreo. El coche arrancó y emprendió la marcha lentamente; el piquete formó la escolta; los guardias procuraban hacer calle, dejando acercarse al carruaje solamente a los cofrades de la Paz y Caridad.