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Allá entre los pliegues de una cortina de damasco se escondía la tercera, como si quisiese esquivar la ceremonia afectuosa; pero no le valió la treta, antes su retraimiento incitó al primo a exclamar: ¿Doña Hucha, o como te llames?... Cuidadito conmigo..., se me debe un abrazo.... Me llamo Marcelina, hombre.... Pero éstas me llaman siempre Marcelinucha o Nucha....

Discurrió entonces escribir a Pepita una carta muy afectuosa y discreta, excusándose de ir, justificando su conducta, consolándola, manifestando sus tiernos sentimientos por ella, si bien haciendo ver que la obligación y el cielo eran antes que todo, y procurando dar ánimo a Pepita para que hiciese el mismo sacrificio que él hacía. Cuatro o cinco veces se puso a escribir esta carta.

La marquesa de Alcudia, cuya voluntad no podía estar jamás en reposo, se dispuso a cumplir lo que había prometido a su sobrino. Este la vió llamar aparte a Mariana y salir con ella. Al cabo de un rato ambas volvieron. Castro comprendió que se había hablado de él, en la mirada tímida y afectuosa que la esposa de Calderón le dirigió al entrar.

Contribuía también a ello la idea suya de reprocharle de nuevo el traje sombrío que se había puesto la víspera para ir al teatro. ¡Ah! era siempre el clubman ligero, el hombre chic, eternamente esclavo de sus preocupaciones de snob y esto, en el momento mismo en que ella ansiaba sentir una emoción tierna, una solicitud afectuosa, capaz de confortarla durante el período de inquietud que atravesaba.

La despedida fue tímida y significativa por parte de Carlota, franca y afectuosa por la de su hermana, propia de una futura hermana política; por la de D.ª Carolina maternal, aunque templada por el respeto que le merecía la autoridad de su marido; y por éste tan cortés, tan suave, tan condescendiente, que Mario se mostró hondamente conmovido, y apenas pudo articular con voz temblorosa algunas palabras de ofrecimiento.

A los dos o tres días de mi llegada, después de haber sido visitado por un gran número de caballeros y cuando volvía de la afectuosa recepción oficial, donde se me había ensanchado el corazón ante la manifestación de viva simpatía por mi país, me encontré con una atenta invitación a comer del Sr. D. Carlos Sáenz.

Estaba confundida al ver el generoso y fraternal interés que tenía por ella una persona á quien había visto tan poco. Esto hubiera llenado de orgullo á otra mujer; pero Clara era muy modesta, y ante aquella manifestación afectuosa no tuvo más que gratitud y vergüenza. Nunca creyó merecer aquello. Yo lo agradezco mucho, señor dijo; pero....

Doña Pepita le puso a Zalacaín delante de su hijo como un salvador, como un héroe. Al día siguiente, Rosita y su madre iban a San Sebastián, para marcharse desde allí a Logroño. Les acompañó Martín y su despedida fué muy afectuosa. Doña Pepita le abrazó y Rosita le estrechó la mano varias veces y le dijo imperiosamente: Vaya usted a vernos. , ya iré. Pero que sea de veras.

Esto satisfacía su deseo de no comprometerle, y al mismo tiempo la condición de su temperamento, inclinado siempre al misterio. Determinó que fuese de noche: sorprender al excusador en su cuarto, gozar unos momentos de afectuosa expansión y marcharse al instante. Señaló, por fin, el día.

Recibiéronle los seis sombrero en mano; alargó don Simón la suya a cada uno, con el aditamento de afectuosa sonrisa; y abriéndole después ancha y respetuosa calle, obligáronle a pasar, delante, al comedor, donde había una mesa preparada para docena y media de convidados, y hasta doce nuevos personajes envueltos en burdas capas, que, al ver entrar al candidato, se levantaron y se descubrieron.