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Los mozos, en vez de enojarse, reciben con estampidos de risa los discursos de Bartolo. Nadie quiere admirar á aquel zagal esforzado, que lo mismo en la paz que en la guerra ostenta su constancia y su fortaleza. Algunos se propasan á embromarle, se burlan de su cerviguillo luciente, de sus caderas un poco derrengadas, de su marcha tortuosa y vacilante.

Mas, ¿para qué hago yo ahora estos discursos? ¿Tiene, por ventura, una resulución gallarda necesidad de consejo alguno? No, por cierto. ¡Afuera, pues, traidores; aquí, venganzas! ¡Entre el falso, venga, llegue, muera y acabe, y suceda lo que sucediere!

Preguntó, con este motivo, si había dos Congresos de diputados en Madrid, y que en dónde se pronunciaban aquellos discursos tan arregladitos y tan elocuentes que él acostumbraba á leer; y cuando supo algo de lo que pasaba en la redacción del Diario de Sesiones: «¡Cáscaras! dijo, pues con un buen redactor, también habría oradores en el concejo de mi pueblo

Y no parece sino que le faltó a Lotario en este punto todo su buen entendimiento, y se le fueron de la memoria todos sus advertidos discursos, pues, sin hacer alguno que bueno fuese, ni aun razonable, sin más ni más, antes que Anselmo se levantase, impaciente y ciego de la celosa rabia que las entrañas le roía, muriendo por vengarse de Camila, que en ninguna cosa le había ofendido, se fue a Anselmo y le dijo: »-Sábete, Anselmo, que ha muchos días que he andado peleando conmigo mesmo, haciéndome fuerza a no decirte lo que ya no es posible ni justo que más te encubra.

Don Lope manda á sus compañeros que se alejen, y dice que su padre Lope de Urrea, se casó, ya anciano, con Doña Blanca, de quince años de edad. Al oirlo, lo interrumpe Don Mendo de este modo: Ya lo . Prolijos Discursos, ¿qué me queréis?

El Padre Ambrosio fue el único que entrevió el tempestuoso estado del ánimo de Fray Miguel y la ambición y la envidia que le devoraban y que el propio Padre Ambrosio, al principio irreflexiva e involuntariamente, había con sus discursos solevantado y exacerbado.

Despejose algo el local con la salida de una fuerte masa de gente, cansada ya de oír discursos, y entonces vi venir a D. Paco, como que bajaba de la escalera de las tribunas reservadas. No están decía el pobre viejo con la mayor ansiedad . Asuncioncita e Inesita han desaparecido. Deben de haber salido otra vez a la calle. Lord Gray se juntó a ellas. ¡Dios mío! ¿Qué nueva tribulación es esta?

Por varias reticencias que le escuché en sus discursos, entendí también que Cupido le había sido adverso, y que sólo después de una dolorosísima experiencia había llegado a adquirir un conocimiento exacto y completo de las tretas de este dios, lo cual la ponía ahora en situación de aleccionar a los neófitos como yo y prevenirles.

Muévese todo con celeridad arrebatadora; suprímense por completo los largos discursos; el diálogo es rápido y de acritud casi epigramática. La exposición del asunto no se hace por relación de algún personaje, sino que forma parte de la acción en las primeras escenas.

Cierto sugeto, muy conocido mio, se habia tomado el trabajo de examinar todos sus discursos á la luz de las reglas dialécticas; no si en la actualidad conservará todavia este peregrino humor; miéntras tuve ocasion de tratarle no observé que alcanzase gran resultado. Analicemos algunos de estos ejemplos, y comparémoslos con la práctica. Trátase de la pertenencia de una posesion.