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La muchacha se dormía por las noches apenas deletreaba él a la luz del candil alguno de los folletos de la buena época, los renglones cortos de Barcia, que le entusiasmaban como una resurrección de su juventud.

Ellos no leían y eran felices. ¿Por qué no habían de hacer lo mismo aquellos tontos del campo, que por las noches quitaban horas a su sueño formando corro en torno del camarada que les leía diarios y folletos?

Andando el tiempo se supo que aquél estaba enseñando a leer y escribir a Petra, que después le dio lecciones de Historia, Geografía, Aritmética, Física e Historia natural, que en seguida la hizo leer la Historia de los Papas y la Inquisición y algunos folletos materialistas, y que después de haberla separado convenientemente de toda religión positiva, la hizo su esposa «ante el altar de la propia concienciaPero cuando sucedió esto ya había salido Miguel del colegio.

Mata, ó á los varios folletos que se le encontraron sobre asuntos de Filipinas ó á ambas cosas juntas; es el caso que se dijo tambien que vendía clandestinamente obras prohibidas y sobre el infeliz cayó todo el rigor de la romana de la justicia.

Folletos, comedias, novelas, traducciones... ¡y todo con sólo saber francés! ¡Oh francés, francés! ¡Ah! ¿Y periódicos? ¿No es verdad, señor Fígaro, que también ha dicho usted periódicos?

Pero todo aquello pasó, la fiebre revolucionaria, los folletos, y Bailón tuvo que esconderse, afeitándose para disfrazarse y poder huir al extranjero.

Acuérdese de los ejércitos de la primera República: todos ciudadanos, lo mismo los generales que los soldados; pero Hoche, Kleber y los otros eran rudos compadres que sabían mandar é imponer la obediencia. El carpintero tenía sus letras. Además de los periódicos y folletos de «la idea» había leído en cuadernos sueltos á Michelet y otros artistas de la historia.

Mientras duraban estas explicaciones en voz baja, Amparo había leído el título de algunos folletos: «La verdadera Iglesia de Jesús.... La redención del alma.... Cristo y Babilonia.... La fe del cristiano purificada de errores.... Roma a la luz de la razón...». Entre los retazos del diálogo que llegaban a sus oídos y los fragmentos de hoja impresa en que fijaba la vista, penetró el misterio.

Después, el abuelo se disfrazó de gaucho, sin serlo, para dar gusto al dictador Rosas, y tomó su mate teniendo por sillón un cráneo de caballo. Otro abuelo copió a los románticos franceses en su traje, su peinado y su énfasis, peleando en los muros de Montevideo contra el tirano y disparándole odas y folletos en los momentos de reposo.

En Brusélas no solo se publican muchos periódicos diarios, revistas, libros y folletos nacionales, sino que buscan seguro asilo innumerables escritores que carecen de libre publicidad en su patria.