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Allen y yo expusimos deseos de ingresar en la logia, y después de hacer nuestras pruebas, pasamos a ser hermanos. El venerable era un viejo pirata griego, cuya historia era una serie de horrores. Por esta masonería pudimos enterarnos de algunos datos interesantes para una posible evasión. La ría donde se encontraba nuestro pontón era como un gran lago, de más de una legua de ancho.

Refugio, la querida de Juan Pablo, estaba aquel invierno muy mal de ropa, y no iba al café del Siglo, sino al de Gallo, porque le cogía cerca (la pareja moraba en la Concepción Jerónima), y además porque la sociedad modesta que frecuentaba aquel establecimiento, permitía presentarse en él de trapillo o con mantón y pañuelo a la cabeza. Agregábansele a Refugio algunas personas con quienes tenía amistad fácil y adventicia, de esas que se contraen por vecindad de casa o de mesa de café. Eran un portero de la Academia de la Historia con su esposa, y un cobrador municipal de puestos del mercado, con la suya o lo que fuese. Este matrimonio solía ir los domingos acompañado de toda la familia, a saber: una abuela que había sido víctima del 2 de Mayo, y siete menores. El café se compone de dos crujías, separadas por gruesa pared y comunicadas por un arco de fábrica; mas a pesar de esta rareza de construcción, que le asemeja algo a una logia masónica, el local no tiene aspecto lúgubre. En la segunda sala, donde se instalaba Refugio, había siempre animación campechana y confianzuda, y como el espacio es allí tan reducido, toda la parroquia venía a formar una sola tertulia. En ella imperaba Refugio como en un salón elegante en el cual fuera estrella de la moda, Dábase mucho lustre, tomando aires de señora, alardeando de expresarse con agudeza y de decir gracias que los demás estaban en la obligación de reír. Poníase siempre en un ángulo, que tenía, por la disposición del local, honores de presidencia. Cuando Maxi iba, su cuñada le hacía sentar a su lado, y le mimaba y atendía mucho, con sentimientos compasivos y de protección familiar, permitiéndose también tutearle y darle consejos higiénicos.

Cuando él peroraba nadie metía baza; era capaz de discutir con el lucero del alba, y hasta con los moradores de ultra-tumba. Cierta vez, así lo cuentan en Villaverde, el amigo Porras fué llevado a un círculo espiritista, con visos de lógia masónica, fundado recientemente por don Juan Jurado, un «huizachero» de Pluviosilla.

La Logia de Lautaro llevó a las dos familias a enlazar un Ocampo con una señorita Doria y Dávila, para reconciliarlas. Todos saben que ésta era la práctica en Italia. Romeo y Julieta fueron aquí más felices.

Acertó entonces a llegar a Milán, fugitivo de Constantinopla, el marqués de Sabadell, perdido y arruinado, y presentóse en aquella logia, donde años antes le había iniciado Garibaldi.

Detrás de éste aparecieron dos, que no necesitaron tocar, y, por último, llegaron uno tras otro cinco más, que entraron sucesivamente y separados. Sin duda hay aquí algo dijo Lázaro. Han entrado diez y seis. Es un club secreto, una conspiración, tal vez una logia de masones.

Lo cierto es que por entonces comenzaron á gastar los elegantes el pequé sobre el sortut, y las madamitas la escofieta con sus airones de á media vara; también se introdujeron en la mesa la sopa á la ubada, el principio de pulpitón y el postre de compota, que de allí data el que ustedes usan...; en fin, que las señas eran fatales; que se temía una logia á cada vuelta de esquina, y que creímos muy natural la prohibición del señor Corregidor, que temblaba, como él nos dijo, toda reunión que pasara de tres individuos.

Arrojóse de un salto fuera del lecho y corrió al balcón para examinar con mejor luz todavía la extraña carta y el misterioso sello. No había duda: si no era el mismo, era igual a uno de los que había arrancado él en París, en el Grand Hôtel, de los cartapacios que en la logia de Milán le habían entregado... ¿Qué significaba, pues, aquello?... ¿Era una broma? ¿Un aviso? ¿Una amenaza?

La muerte sorprendió al personaje en Génova el 11 de diciembre, e ignórase al presente por qué mano fueron a parar entonces aquellos papeles a cierta logia de Milán, que los remitió más tarde a Víctor Manuel como armas preciosas que podían muy bien afianzar en España el trono siempre vacilante de su hijo, atando de pies y manos a ciertos políticos venales, modelo en todas las épocas de deslealtad y de imprudencia.

La ciencia tuvo en su templo; el arte, su logia; la industria, su taller; la poesía, su palenque. No solo los pueblos que adoraban al Profeta, la Italia, hasta la Grecia te cedieron en tributo sus mas grandes sabios.