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La mesa, en desorden, manchada de salsas, ensangrentada de vino tinto, y el suelo lleno de huesos arrojados por los comensales menos pulcros, indicaban la terminación del festín; Julián hubiera dado algo bueno por poderse retirar; sentíase cansado, mortificado por la repugnancia que le inspiraban las cosas exclusivamente materiales; pero no se atrevía a interrumpir la sobremesa, y menos ahora que se entregaban al deleite de encender algún pitillo y murmurar de las personas más señaladas en el país.

Tal el doctor Martin Martinez de Cantalapiedra, catedrático de lengua santa en las escuelas de Salamanca, al que igualmente alcanzaron las cadenas de la Inquisicion de Valladolid, de cuyos tenebrosos encierros, despues de mui trabajada su paciencia, salió por fin á la luz de la libertad; pero manchada la frente por la negra tinta que se mandó derramar sobre algunos lugares de sus obras impresas.

La causa de mi mal es mi ambición trascendente; mi empeño de ir en busca de un ideal para inasequible; el vano propósito de borrar de mi ser las indelebles manchas, con cuyo germen al menos nací manchada. Este mal, que en no tiene cura ni remedio, quise curarle y remediarle yo en otro ser amado, que me pertenece, que ha nacido de mis entrañas.

Era una mole altanera y fosca, manchada a trechos de una costra rojiza semejante a la herrumbre. Estrechas ventanas de prisión la agujereaban al azar, y una perlada moldura, que parecía simbolizar el rosario, ornaba la base de las cuatro garitas y uno que otro antepecho. El resto del caserón era ruin y semibárbaro.

Lleva una coraza de papel de plata y agita una bandera del tamaño de un abanico hasta el momento en que se presenta en escena un heraldo y dice al rey: Rotto e'l nemico, e Giovanna e stinta. »Llega la heroína sobre almohadones; una banda manchada de rojo indica que está mortalmente herida.

Pero como estuviese manchada de vino, Pepa, excitada, descolgó de la percha con brioso ademán su espléndido pañolón de Manila y se puso á limpiar con él. Frasquito, al ver aquella monstruosidad, dió un brinco y cayó sobre ella, arrebatándole el pañolón de las manos con gesto colérico. Este acto produjo gran indignación en los presentes.

A los que se sentaban en el sillón de los tormentos pasábanles un pedazo de jabón de piedra por las mejillas, y frota que frota, hasta que levantaba espuma. Después venía el navajeo cruel, los cortes, que aguantaba firmemente el cliente con la cara manchada de sangre.

Talín dejó escapar otro gruñido más áspero, abrió la boca y le clavó los dientes. Flora dió un grito: la mano quedó al instante manchada de sangre. Verlo D. Félix y volverse loco fué cosa de un instante. Se arrojó como un león sobre el ingrato perro, le hartó de puntapiés y maldiciones y, no contento aún, agarró el bastón que tenía arrimado á una esquina y le molió á palos.

Lope escribió dramas religiosos, no sólo para los días de los santos, sino también para otras fiestas, como, por ejemplo, El nacimiento de Cristo para la noche de Navidad, y La limpieza no manchada para una solemnidad que celebraba la Universidad de Salamanca en honor de la Inmaculada Concepción.

Ahora todo parecía sucio, con la pátina del uso sin medida, con el desgaste de un inevitable abandono: las ruedas estaban deformadas exteriormente por el barro, el metal obscurecido por los vapores de la explosión, la pintura gris manchada por el musgo de la humedad.