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Iba ciego; ciego de vergüenza y de ira. «¡Convidar al otro... a un prebendado de oficio... y desairarle a él... que era dignidad! ¡Siempre el enemigo triunfante!... Pero ya las pagaría todas juntas». Edelmira se cuenta como de la casa, pues en ella era huésped. Otros años no se celebraban de esta manera los días de Paco; los celebraba él fuera de casa.

El señorito de Limioso, tradicionalista inveterado, como su padre y abuelo, había hecho dos o tres misteriosas excursiones hacia la parte del Miño, cruzando la frontera de Portugal, y susurrábase que celebraba entrevistas en Tuy con ciertos pájaros; afirmábase también que las señoritas de Molende estaban ocupadísimas construyendo cartucheras y no qué más arreos bélicos, y a cada paso recibían secretos avisos de que se iba a practicar un registro en su casa.

Los dos habían sido muy buenos amigos. El cochero celebraba sus picardías de animal viejo y brioso; tenía orgullo en decir que era muy bravo y sólo por él se dejaba manejar, y ahora estaba allí tendido de costado sobre el estiércol, inmóvil como carne muerta, agitando alguna vez con ronco estertor el redondo pecho y levantando un poco la cabeza para lanzar en torno suyo la mortecina y lacrimosa mirada.

Pero él, por supuesto, fue a tomar café y a paseo. Ana se quedó sola. Desde el balcón abierto de su tocador se oía la música lejana del Paseo Grande donde se celebraba el carnaval. Aquella música confusa, que parecía ráfagas intermitentes, le llenó el alma de tristeza. Pensó en Mesía, el tentador, y pensó en el Magistral enamorado, celoso... indefenso.

Chemed celebraba todo esto, y lo hallaba muy a su gusto. , hijo mío, decía a Mutileder, así debe ser. Dichosa Echeloría, que encontró en ti un modelo de amantes. No suelen ser como los demás hombres, sino volubles y perjuros. Todas mis riquezas, toda mi posición daría yo si hubiese encontrado un amante tan resuelto y fino como .

Lope escribió dramas religiosos, no sólo para los días de los santos, sino también para otras fiestas, como, por ejemplo, El nacimiento de Cristo para la noche de Navidad, y La limpieza no manchada para una solemnidad que celebraba la Universidad de Salamanca en honor de la Inmaculada Concepción.

¡Oh, París! ¡No hay mas que un París! ¿Qué dice usted de esto, Robledo? Pero como Robledo era un salvaje, sonrió con una indiferencia verdaderamente insolente. Comieron sin tener apetito y bebieron el contenido de una botella de champaña sumergida en un cubo plateado, que parecía repetirse en todas las mesas, como si fuese el ídolo de aquel lugar, en cuyo honor se celebraba la fiesta.

El lagar estaba allí próximo: una de sus puertas se abría sobre la pomarada; la otra sobre el Campo de la Bolera, donde en aquel instante se celebraba parte de la romería. Y cuando llegaron los postres, el joven Antero se levantó con la copa en la mano y habló de esta manera: Amaneció al cabo el día por nosotros tan ansiado, el día de que nuestro valle salga de su profundo y secular letargo.

Nuestros antropólogos se enteraron en seguida de que se celebraba la fiesta de la santa patrona del pueblo, y no les pesó de llegar a este tiempo, porque el estudio concienzudo del instinto religioso en el animal humano les preocupaba hacía tiempo, sobre todo a Moreno.

En la iglesia se celebraba una fiesta para conmemorar la milagrosa victoria, y Jaime, sentado junto a su madre en un sitio honorífico, estremecíase de emoción escuchando al predicador, lo mismo que cuando leía una novela interesante en la biblioteca que su abuelo tenía en Palma, en el segundo piso de la casa.