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La regularidad y noble simetría de todas las facciones infundían amor y respeto; pero las angustias del patíbulo, los horrores de la agonía, los tormentos todos estaban marcados en aquella cara flaca y macilenta, y en aquel pecho y en aquel costado herido por la lanza.

Señorita, vengo a darle cuenta del billete que me entregó por la mañana. ¡Ah! ... el billete... ¿De cuánto era? De diez duros. Bien, ¿qué ha comprado V.? Los botones para el vestido de la niña, han costado veintisiete reales... ¿Qué más? La sombrilla de miss Ana, que he pagado yo; no la han querido dar menos de tres duros. Bien; son cuatro duros y siete reales.

Pensó que iba á ver á la Virgen del bordado y que podría acabar su boceto del natural. El amor al arte, su ternura por Herminia; todo iba á ser satisfecho al mismo tiempo. Bendijo mentalmente al hombre que le proporcionaba todas estas satisfacciones y juró indemnizarle del esfuerzo que le habría costado el resignarse.

Y aquellos ojos, fijos dulcemente en ella, inundaban de un placer desconocido el alma de la duquesa, la inflamaban en un amor infinito. Era el purísimo amor de una buena madre, que había llorado veinticuatro años por su hijo á quien no conocía, y que le era tanto más querido, cuantos más sacrificios de todo género le había costado.

Por la tarde levamos anclas nuevamente, y dos horas después nos detenemos en Basse-Terre, en el costado opuesto de la isla. El aspecto es menos brillante que el de la Pointe-

Estos galanteos me han costado algunos disgustos; pero no le guardo a usted rencor. Antes o después tenía que estallar el trueno, porque estaba resuelta a no quedarme en el convento, aunque tuviese que ir a servir de criada a una casa. Después, usted me ayudó mucho a salir con la mía, y por ello le estoy agradecida... Pero una cosa es el agradecimiento y otra el amor.

He guardado hasta ahora religiosamente ese secreto y me he prohibido hasta la pena, por miedo de que detrás de ella se deslizase en mi corazón una sombra de deseo y de esperanza. Me ha costado gran trabajo, porque amo a Máximo y que ningún otro ocupará el lugar de que le destierro.

, señor; , señor... comprendido, perfectamente comprendido clamaron los dos al unísono. Antes hubieran uno y otro recibido este jicarazo dijo el clérigo ; pero me ha costado un trabajo enorme averiguar dónde residían.

La travesía de un navío a otro fue malísima; mas, al fin, aunque hubo momentos en que a me parecía que la embarcación iba a desaparecer para siempre, llegamos al costado del Rayo, y con muchísimo trabajo subimos la escala.

Pero lo que no pudo hacer en la tierra en provecho de aquella nueva cristiandad, lo hizo bien presto y más eficazmente con sus oraciones desde el cielo, porque aquellos neófitos dejaron luego la embriaguez y otros vicios que trae consigo esta bestial costumbre, cosa que hasta entonces había costado mucho trabajo sin fruto.