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El duque de Lerma lo posponía todo á su ambición, hasta su dignidad de padre. Llamó á su secretario Santos, y le mandó extender y llevar para su cumplimiento á un alcalde, una orden de prisión á Quevedo. No se sabía por qué se prendía á Quevedo. Pero era necesario prenderle y se le mandaba prender. El duque quedó profundamente agitado.

Ya estoy viendo que te pone en la mano un par de pesetas o un par de duros, creyendo que por este rasgo han de bajar los ángeles, tocando violines y guitarras, a ensalzar su caridad. Yo que , rechazaría la limosna. Mientras tengamos a nuestro D. Romualdo, podemos permitirnos un poquito de dignidad, Nina. No nos conviene.

Detrás del tal Despoblado se encontraba algo peor: la terrible Puna de Atacama, un desierto de inmensa desolación, donde morían los hombres y las bestias, unas veces de sed, otras de frío, y en algunas ocasiones caían abrumadas por el viento. Ovejero se guardó las espuelas en el cinto, renunciando á su dignidad de jinete para convertirse en peatón.

Todo esto prueba, sin duda, lo soez y bestial del gusto del público; pero prueba también otra cosa peor; es, a saber: el poco o ningún respeto que los artistas tienen a la dignidad de su arte y la facilidad con que se dejan corromper y prostituir por su público.

Una vergüenza inmensa, infinita, corrió por todo su ser hasta las últimas fibras y le paralizó enteramente. D.ª Carolina, con una rápida ojeada, advirtió su estado lastimoso. No creas que esto es puñalada de pícaro. Te habla así Pantaleón por mi boca porque tiene confianza en tu honradez, en tu dignidad, en que sabrás cumplir perfectamente tus obligaciones.

Oye, Blanca, será menester que vayamos á ver al Comendador, que vive sin duda en casa de su hermano exclamó D. Valentín. Cumpliremos con ese deber que la sociedad nos impone dijo Doña Blanca con reposo y dignidad serena ; pero , Clara, no debes volver á salir de paseo ni tratarte con ese hombre malvado é impío.

Esperad, esperad, señor dijo el duque de Uceda interceptando á su padre la puerta. En nombre de la ley divina y de la humana, apartáos, duque de Uceda exclamó Lerma con la dignidad que siempre tiene un padre respecto á su hijo. Esperad, os lo suplico, señor, no somos, os lo repito, el padre y el hijo, somos dos enemigos; vuestra es la culpa de esta enemistad; me habéis provocado.

Al mismo tiempo acaso no haya sido dueño de una fina sensibilidad moral: no pueden menos de abochornarnos muchas de las acciones que descubrimos en Lope de Vega. Infantil también en esto, no parece haber llegado nunca a una clara idea de su dignidad y de la responsabilidad de sus actos.

La filípica continuó en este tono largo rato, y el muchacho ni se movía, ni hablaba: misia Casilda usó de todas sus armas, y trató de herirle en su amor propio, en su dignidad, en medio del corazón, que ella conocía tan tierno, a pesar de todo.

Por lo que hace á manifestaciones materiales, no omitiré indicar algunas que me parecen características del pueblo suizo, y que son signos siempre seguros de bondad, moralidad, buen gusto y dignidad. Ya he dicho que la pulcritud es general, sobre todo en las localidades protestantes.