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En medio de ella, como magnífico retrato de Claudio Coello, encerrado en su marco, apareció un galán muy bizarro y apuesto, con traje e insignias de capitán, larga espada al cinto, airosas plumas en el sombrero que llevaba en la diestra, rica cadena de oro y veneras que en su pecho brillaban y espuelas, de oro también, asidas a sus amplias botas de camino.

Se extraña de que el ruido de sus firmes pisadas no vaya acompañado de un tintineo de espuelas y del metálico arrastre de un sable.

Entonces es que Martí, desmadejado el cabello, los ojos fúlgidos y relampagueantes, el pecho henchido de orgullo, enardecido, arrebatado, impaciente por el sacrificio e inquieto por la emulación, invita a la carga a su ayudante Ángel la Guardia aquel fiero aguilucho caído en Victoria de las Tunas , aviva con las espuelas su noble bruto, y gozoso como un niño que ha crecido un palmo, y como si hubiera alcanzado a ver, reducido a la pequeñez de un montón de carne humana, todo el Gobierno de rencores, de insultos, de envidias, de mezquindades, de ambiciones, de la oligarquía esquilmadora que le vejaba su tierra, se echa sobre los rifles enemigos y cae acribillado a balazos, con la limpieza y majestad de un Dios, del brazo de la muerte que es inmortal, y coronado por la fulgente claridad del martirio y de la gloria.... Así terminó, así se obscureció para siempre, la lámpara pura y serena de aquel gran cerebro, «dictador de genio»; así dejó de latir aquel gran corazón, profesor de virtudes; así, entre chocar de aceros y estampidos de fusilería, pasó el gran Apóstol a ser huésped eterno de la suprema luz.

A pocos pasos vió que venía hacia uno de los Chiriguanás, que despavorido á la vista del P. Felipe, como de enemigos, metió las espuelas al caballo, y llegando á toda carrera á su Ranchería dió aviso que venían Mamalucos, con que se previno para la defensa y puso en armas todo el contorno.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer.

Mas cuando estas cosas se trataban, aquí, corrió un cierto rumorcillo, que el capitan Sepé á pié seguia el ejército: despues, habiendo llegado un muchacho, confirmó la venida, porque venia á llevar vestido y caballo para el cautivo que se volvia, y por fin, se presenta el mismo capitan Sepé apenas entró la noche, temblando con el frio y la caminata, y sin negar la verdad, contó su suerte; es á saber, que ayer, habiendo sido encerrado en el castillo enemigo, y llegando la tarde, fué mandado montar á caballo sin armas, sin espuelas, pero vestido, y cercado de 12 soldados armados, se le mandó buscase los caballos que se habian perdido.

Pero tal situación no tenía fundamento alguno en la realidad. Velázquez lo sentía allá en el fondo de su alma: sabía que todo era comedia, que su poder era una sombra, que, aunque invisible, Soledad le tenía puesto el pie en el cuello. Esta idea hacía botar su orgullo como un corcel brioso á quien le clavan las espuelas.

El arzón trasero de la silla pasó de un salto, y sin espuelas hace correr la hacanea como una cebra. Y no le van en zaga sus doncellas; que todas corren como el viento. Y así era la verdad, porque, en viéndose a caballo Dulcinea, todas picaron tras ella y dispararon a correr, sin volver la cabeza atrás por espacio de más de media legua.

No podía ser otra cosa sino médico este hombre que se presentaba de visita calzando espuelas y botas de montar y llevando en la mano unos guantes viejos. Don Manuel se había enderezado en el sillón de nogal y la niña enlazaba su bracito al del mozo recién llegado. No sabes lo oportunamente que llegas, hijo exclamó el enfermo. Qué, ¿se siente usted peor, acaso?

El arpa iba desgranando sus sonidos cristalinos, semejantes á los de una caja de música, y los gauchos saltaban acompañados por el retintín de sus espuelas, persiguiendo á las mestizas de bata flotante que balanceaban cadenciosamente el talle agitando en su diestra el pañuelo, sin el cual es imposible bailar la chilenita.