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Decía que la indiscreción del chinchoso de su hermanito, llegado justamente en el momento en que estaba tratando con su amiga de los puntos más delicados, por poco hace fracasar las negociaciones. El hermanito empalidecía escuchando aquel horrible peligro que había corrido sin saberlo.

Fermín reía escuchando a su jefe, lanzado a escape por entre los fragmentos de prospectos y reclamos, que conservaba en su memoria. ¡Pero, don Ramón! ¡Si yo no he de comprar ni una botella!... ¡Si soy de la casa! El jefe del escritorio pareció despertar de su pesadilla oratoria, y rió lo mismo que su subordinado.

Tan poderosa combinación de medios naturales y artificiales debe dar un resultado infalible. Ya te le diré al darte parte de la boda, para que vengas a hacerla, o envíes a los novios tu bendición y un buen regalo». Así acabó D. Pedro de leer su carta, y al volver a mirar a D. Luis, vio que D. Luis había estado escuchando con los ojos llenos de lágrimas.

Pero Atilio repelió su mano sin volver la vista y siguió escuchando. Novoa hablaba ahora de las aguas ardientes condensadas en la atmósfera primitiva del globo, que se habían precipitado sobre su corteza en formación, disolviendo ó arrastrando cuanto encontraban en esta superficie acabada de nacer.

Miró entonces por la ventana y vio a una mujer sentada al piano. Llegó a sus oídos al mismo tiempo una música en sordina y el susurro de un canto a media voz. Es de Tristán murmuró quedamente Ojeda en su oído . El lamento desesperado de Iseo. Los dos permanecieron en silencio a ambos lados de la ventana, escuchando el canto que venía del interior con lejanías de ensueño.

Mira, nena decía el ingeniero subiendo de tono en su apasionamiento. Tu voz, tu divina voz es lo que más me conmueve. Yo creo que te quise siempre; desde que te conocí, siendo aún muy niña. Te amaba sin darme cuenta de ello; pero el día en que claro, en que supe que te quería, fué escuchando una de esas canciones vascongadas, tan dulces, tan tristes, que parece que cantas con el alma.

Por mucho que sienta tener que declararlo, sin embargo, todo esto es una amarga y evidente verdad, pues la inmoralidad y el engaño son en la actualidad los dos rasgos más notables de la vida en las aldeas inglesas. Estaba parado, inmóvil y atónito, escuchando esa extraña conversación entre la hija del millonario y su amante secreto. La arrogancia de aquel hombre me hacía hervir la sangre.

Perfectamente exclamó la abuela, queremos ante todo principios religiosos... Tiene actualmente 40.000 pesos de capital y gana un año con otro de cuatro a cinco mil pesos. Soberbio exclamó la abuela encantada. ¡Oh! querido amigo, qué agradecimiento... Tiene un automóvil, caballos, coches... ¡Dios mío! qué hermosa vida puedes hacer... Veamos, responde algo, Magdalena. Estoy escuchando y espero...

Gabriel reía escuchando esta historia. Todo un hombre, créame usted, tío.... Yo le quiero porque tiene al cabildo en un puño; no es como su antecesor, aquel sopitas con leche, que sólo sabía rezar y temblaba ante el último canónigo. ¡Que le vayan a éste con roncas! Tiene redaños para entrar una tarde en el coro y limpiarlo a palos con el báculo.

Sin poder apartar sus ojos de esa vaga silueta, el inspector general se dejó dulcemente deslizar hacia las mayores profundidades del recuerdo, y escuchando los nocturnos rumores de los campos y de los bosques fue perdiendo poco a poco la noción de los días y de los años...