United States or Falkland Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mi Chermidy, simple como un remo, no adivinó que sería él quien pagaría el menú. Según los relatos oficiales, se relamía los labios y se prometía escuchar atentamente las comedias con que se acostumbra sazonar un festín chino. »Desembarcó con el cónsul y cuatro hombres de escolta, bajo una lluvia persistente. Ya comprenderá usted que no olvidaría su uniforme de gala.

Petra volvió a llorar. «¿Cómo pagaría ella tal caridad, etc., etc.?».

Autorizada, sin duda, por tan buenas intenciones, la paralítica disponía de Chinto cual de un yerno. Una vez, cuando empezó a escasear el dinero, rogole «que fuese por seis cuartos de azúcar para la cascarilla a la tienda de la esquina, que ya le pagaría». El mozo salió y volvió con un cucurucho de papel de estraza henchido de azúcar moreno; del pago no se habló más.

, hija mía: ¡estás algo empecatada! ¡Válgame Dios y cómo te ha trastornado el juicio ese teólogo pisaverde! Pues si yo fuera que no lo tomaría contra el cielo, que no tiene la culpa; sino contra el mequetrefe del colegial, y me las pagaría o me borraría el nombre que tengo.

Hay otras cosas que la mugre, que la gente pagaría de buena gana para verse libre de ellas. ¡Vamos! ¡vamos! dijo el tabernero, que comprendía que pagar a la gente por su ausencia era un principio social peligroso ; una broma es una broma. Todos los que estamos aquí somos buenos amigos, me parece. Debemos dar para recibir.

Allá donde tantos brutos se hicieron ricos decía , yo sólo conocí una pobreza igual á la de mi patria... Cuando estalló esta guerra me indigné, como muchos, de la conducta de los alemanes, de sus atrocidades en los países invadidos. Estaba entonces en Madrid. Una noche, varios contertulios de café convinimos en ir á pelear por Francia. El que se hiciese atrás pagaría diez duros.

Vaya, hombre, si supiera que esto nos aproximaba... ya te pagaría yo en amor lo que perdieses en dinero. ¡Te quiero tanto! Y en seguida, como si se arrepintiese de su sinceridad, añadió: No; no; soy una egoísta. Vete mañana mismo a cuidar de tu fortuna. ¡Yo no debo ni puedo ser nada para ti!

El rostro de una joven asomada a la ventanilla de uno de los carruajes del cortejo fúnebre pareció cambiar el curso de sus ideas. No; era una locura buscar la muerte. Si no hubiese conocido a Tónica, podría aceptar tan desesperada resolución; pero siendo amado por ella, era una locura. Aún había remedio. Una parte de su capital la había entregado a don Ramón Morte, no para jugadas de Bolsa, sino para la adquisición de valores públicos. Vendería, aunque fuese con pérdida, esta parte segura de su capital; pagaría las deudas importantes que había contraído por salvar a su madre, y con lo que le quedase se establecería modestamente, sería el dueño de Las Tres Rosas o de una tienda más pequeña, casándose en seguida con Tónica.

La hizo trasladar a una habitación aislada: él pagaría todos los gastos. Y pasó las tardes al lado de la enferma, escuchando sus consejos, alentándole en sus esperanzas. La pobre le suplicaba que cuando llegase a las alturas no abandonase al señor José y a su hijo. Aquel hombre era bueno para ella y la había ayudado valerosamente en los momentos peores de su pobreza.

El instinto de conservación, siempre despierto, le soplaba al oído que bien podía esperarse un poco, que la tía, por ejemplo, ensayara el gran recurso que decía: reconquistado el pagaré, lo demás era cosa de poca monta; a Rocchio y comparsa se les pagaría o no, según las circunstancias, y por eso no había de dejar de ser él tan caballero y tan decente como el que más.