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Todo lo indicaba así: el teniente casi expulsado de aquella casa que dos semanas antes consideraba como suya; su protectora evitando el verle, para lo cual espaciaba sus visitas. Además, al enterarse ella por Valeria de que su antiguo enamorado había roto la voluntaria clausura en Villa-Sirena, se apresuraba á darle una cita inmediata, como si le urgiese reanudar sus relaciones con él.

La suerte lo quiso de otro modo. ¡La suerte, próspera para ella, contraria para él! ¿Quién le había de decir, años atrás, que por una mujer se vería en tal estado? Porque, no había que forjarse ilusiones, estaba enfermizo, inapetente, aburrido y enamorado de un imposible. La situación era desesperante.

Crea usted que una mujer que se ve perdida es capaz de todo, y un hombre enamorado también.

Permítame usted, Moreno... ¡Es que todas las religiones tienen sus milagros!... Permítame usted, Moreno; el mundo sería... ¡Es que, amigo Oliveros, todas las religiones tienen sus milagros! ¡Pero permítame usted, Moreno! el mundo sin religión sería... ¡Es que... Cada cual, enamorado de sus proposiciones juzgándolas de todo punto incontrovertibles, no quería escuchar siquiera las del contrario.

Pronto supe que en todos los corrillos, en todos los mentideros, en cada casa, decían y repetían que estaba yo enamorado; que me bebía los vientos por la hija del acaudalado dueño de Santa Clara. Una tarde recibí una cartita de don Román, una esquela muy punticomada, escrita gallardamente, con aquella la excelente letra de Palomares que años atrás dió a mi maestro fama de habilísimo pendolista.

A las flores he oído muchas veces gimiendo por lo bajo... ¿Tal vez entre sus pétalos el alma hay de un enamorado? ¿Tal vez las mismas flores aun lozanas reciban desengaños, y tengan de amarguras y dolores repletos los nectarios?

Pero esta dama, por una extraña casualidad, es la misma destinada á ser su esposa. Cuando visita después á su prometida, en la casa de sus futuros suegros, manifiesta poco entusiasmo por ella, enamorado sólo de la desconocida.

La dama contesta con la más graciosa de sus sonrisas y un movimiento encantador de cabeza y murmura á la amiga que asiente, entre dos indolentes abanicazos: ¡Qué pretencioso! Chica, está loco enamorado. Entre tanto los golpes menudean: ¡bum-bum-bum! ¡toc-toc-toc! ya no quedan más que dos palcos vacíos y el de S. E. que se distingue por sus cortinas rojas de terciopelo.

En París, y hasta en Madrid, se ama a las señoras casadas sin inconveniente. En esto no hay diferencia entre el amor puro y el ordinario». Importaba mucho al jefe del partido liberal dinástico de Vetusta que Paquito le creyera enamorado de aquella manera sutil y alambicada. Si se convencía de la pureza y fuerza de esta pasión, le ayudaría no poco.

El joven marqués, desde un diván donde yacía solitario, contemplaba sin pestañear en extática adoración a su ex querida. Ven acá, Manolito; acércate un poco, hombre le dijo León. ¿Para qué? preguntó el marqués aproximándose con semblante avergonzado. Para que charlemos un poco.... Y para que estés cerca de lo que más quieres.... Haces bien en estar enamorado de esta barbiana. Todo se lo merece.