United States or United States Minor Outlying Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Estaba seguro de haber empezado á amarla el día que se presentó en Villa-Sirena á pedir el perdón de su deuda, confesando su ruina. ¡Pobre duquesa de Delille, acostumbrada á gastar millones al año, propietaria de minas preciosas, y teniendo que vivir del juego, como una aventurera!... Después, junto á su lecho, viendo sus lágrimas, escuchando el gran secreto de su vida, aquella maternidad oculta que la hacía llorar, se había dado cuenta definitivamente de este amor.

Fué su primera negativa en toda la noche. El jardinero la esperaba seguramente. Valeria tal vez no estaría dormida. ¡Ah, no!... Lubimoff, en su desesperación, habló de marchar juntos á Villa-Sirena.

Salió de Villa-Sirena. El camino era largo y quería hacerlo á pie. Este ejercicio robustecería su voluntad, disipando las dudas que le asaltaban de nuevo. Pensó en el gesto íntimo realizado tantas veces en otra época, como algo ordinario y maquinal. Su caviloso aislamiento en los últimos meses parecía haberle entumecido.

Cuando Toledo intentaba exponer sus opiniones y planes estratégicos en Villa-Sirena, encontraba un público menos atento que el del atrio del Casino. El príncipe tenia cosas más interesantes en que pensar. Novoa mostraba una alegría egoísta, como si considerase este período el mejor de su existencia y las desgracias del mundo sirviesen para dar un sabor más intenso á su dicha misteriosa.

Pensó en su amigo Atilio, en el coronel, en Villa-Sirena, blanca é irisada por el sol del Mediterráneo, entre olivos y cipreses. El diluvio cae sobre el mundo. Tal vez las antiguas tierras vuelvan á emerger; tal vez queden sumergidas para siempre... Vamos á esperar, refugiados en nuestra Arca.

Respiraban despecho, envidia, tristeza por los años que pasan, transmitiendo á los que vienen detrás los insolentes privilegios de la juventud. Los habitantes de Villa-Sirena se hubiesen sorprendido igualmente al oirle hablar de este modo. La misma sorpresa hizo que Alicia olvidase sus preocupaciones de mujer hermosa, levantando la frente y apartando las manos.

Esta mirada irritó á Miguel, haciendo que se interesase por la operación, como si de ella dependiese su honor. Sin duda, el usurero pensaba en Rusia, en los desmanes de la revolución, en la imposibilidad de cobrar su préstamo aunque el gran personaje le ofreciese toda su fortuna. Usted debe conocerme dijo con voz irritada . Soy el príncipe Lubimoff; soy el dueño de Villa-Sirena.

El príncipe interrumpe con su mudo llamamiento unas explicaciones de la guerra que hacen estremecer á las dos damas. Coronel: un asunto de honor. Quiero batirme mañana. Busca otro padrino. Toledo parece desconcertado por la orden. Su primer pensamiento vuela hasta Villa-Sirena. Ve el negro levitón, la vestidura solemne del honor pronta á salir de su encierro.

Cuando estábamos juntos en Villa-Sirena, yo escuchaba esas cosas tan interesantes que usted sabe y luego me dormía en paz. Ahora no encuentro allá con quién conversar. El príncipe y Castro se muestran de un humor insufrible; apenas hablan y no se acuerdan de .

También él había hecho un descubrimiento. Pensaba con horror en la solitaria Villa-Sirena, como la otra pensaba en el Casino.