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Pero cuando se corta y destruye de una vez todo el bosque, como en un acceso de frenesí, dan intenciones de maldecir á quien tal dispuso. La belleza de los bosques que aún quedan en las pendientes de la montaña hace que echemos de menos, con mayor pena, los que nos han robado violentos especuladores.

Con verdadera satisfacción podemos asegurar en el día que las cosas han cambiado mucho mejorando, y que nuestra incomunicación literaria rara vez llega a extremo tan lastimoso. Sobrados vestigios quedan de ella todavía por donde, si no puede justificarse, se explica al menos la propensión al regionalismo.

Un incidente nada más. Quedan los otros... ¡los otros! que avanzan por el lado oriental y van á entrar en Berlín. Las noticias del frente ruso eran las preferidas por él; pero quedaba en suspenso cada vez que buscaba en la carta los nombres enrevesados de aquellos lugares donde efectuaban sus hazañas los admirados cosacos.

»He hecho cerrar todos los postigos de su aposento, y a la débil luz de la lamparilla he visto cómo su tez recobraba poco a poco el color de la vida y su respiración, ya tranquila, levantaba su pecho a intervalos iguales. Entonces he besado su frente, húmeda y enardecida, y he salido de puntillas, procurando no hacer ruido. »A su lado quedan Antonia y la señora Braun.

Y Ricardo, pálido y trémulo como el jugador que pone junto a una carta las últimas monedas que le quedan, trataba de arrastrar a su novia hacia la sala, sujetándola fuertemente por la muñeca. María inclinó la cabeza y no dijo una palabra. Se dejó arrastrar sin oponer resistencia, bajando los cuatro o cinco peldaños de la escalera.

Para tranquilizarse a mismo quería explicar el cambio radical de su vida. Me retiré, Fermín, y no me arrepiento. Aún quedan muchos de los que fueron mis compañeros de miserias y entusiasmos, que siguen fieles al pasado con una consecuencia que es testarudez.

Tomaremos un mate y charlaremos». Don Salvador se levantó inmediatamente, hizo rodar la piedra en que se sentaba hasta cerca de , y sonriendo se sentó nuevamente. ¡Figúrese, Don Salvador, que hace tres días largos que ando entre los cerros, solo y sin desplegar los labios, porque los otros se quedan siempre atrás. Nosotros estamos acostumbrados, señor. ¿Era un bandido?

Las pocas fuerzas que nos quedan, avivadas con el agravio, al mayor poder se podian oponer, y mas favorecidas de la razon que tan claramente está de nuestra parte. Vuestro ánimo invencible en la dificultad cobra valor, y en el mayor peligro, mayor esfuerzo.

La autoridad tuvo que intervenir muchas veces para aconsejar prudencia y tolerancia á ciertas amazonas, que, acordándose de los malos tratos sufridos en otros tiempos, daban todas las noches una paliza á sus maridos. Todavía quedan entre nosotras espíritus conservadores y tradicionalistas que guardan un odio implacable al antiguo tirano.

A pesar de lo cual interrumpió Pepe hay quien mira con buenos ojos a la Restauración y quien se bate por don Carlos. Si en España quedan monárquicos, y sobre todo borbónicos, es porque nadie lee historia contemporánea.