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Lejos de Pepita, me voy serenando, y creyendo que tal vez ha sido una prueba este comienzo de amores. En todas estas noches he rezado, he velado, me he mortificado mucho. La persistencia de mis plegarias, la honda contrición de mi pecho han hallado gracia delante del Señor, quien ha mostrado su gran misericordia.

A cada requiebro, a cada proposición que don Andrés le hacía, Juanita contestaba con un chiste o con un tan incoherente disparate, que don Andrés, aunque mortificado y chafado, no podía tomarlo a mal y tenía que reírse. Juanita, al verse acompañada por don Andrés, apresuraba el paso, y en cuatro brincos se plantaba en la puerta de su casa. Don Andrés pugnaba entonces por entrar.

En cambio, don Josef se quedaba aterrado con la prodigalidad escandalosa de Martín, quien, cada vez que volvía de su casa después de las vacaciones, traía tal surtido de regalos para toda la escuela, que el viejo avaro, mortificado sin duda por aquel mal ejemplo y por el garbo con que Martín desparramaba sus presentes, acudía a sus pergaminos, recordaba a Gonzalo de Córdoba, su antepasado, para repudiarlo por mal administrador y por derrochador, y terminaba por sacárselo de ejemplo a Martín, para que reaccionase contra la prodigalidad y la dilapidación de la fortuna.

Esto lo dijo Leto preparándose a jugar por la baranda de arriba; y al oírlo Maravillas, le soltó desde enfrente una sonrisita de las más acentuadas de las suyas. Leto la pescó en el aire, y casi se sintió mortificado; pero estaba más atento que a esas cosas, a la jugada que acababa de prepararle un descuido de su contrario.

Aquel amor mío fue pronunciado de un modo distraído, rutinario, que hubiera mortificado a la generala, si no fuese frecuente en ella también al acariciar de palabra a su amante. ¡Qué pronto! Apenas has estado conmigo dos horas. Mañana procuraré estar más tiempo... Hoy no puedo. Lucía se levantó también y le echó los brazos al cuello con el mimo de otras veces.

Don Bernardino, aturdido ya por los golpes, irritado, mortificado, fuera de de cólera, había desenganchado un pistolete de su cinturón y había hecho fuego.

No haga usted caso replicó éste notoriamente mortificado con el elogio , de ese detalle del cuadro; porque le juro, a fe de hombre de bien, que no hubiera salido a relucir si hubiera podido explicar sin él el salvamento de Nieves...

Se enterneció su corazón, y, obedeciendo a un inconsciente impulso de su sensibilidad, atrajo hacia a Miguelina y quiso besarla como para darle un testimonio de su agradecida ternura. Mas ella se resistió, le rechazó casi con ira y salió de la habitación precipitadamente. Mortificado, inquieto, disgustado, resolvió Delaberge salir a tomar un poco el aire a fin de sacudir tan penosa impresión.

Mi amor propio ambicioso, sale mortificado con esta su determinación, pero que Dios le humille lo celebro «con toda mi alma».

Ni el Tenorio de suburbio que no se modifica; que se viste hoy como ayer, con abalorios de altar mayor y prendas de precio fijo; sano, insulso, inofensivo, olvidado por los buenos y mortificado por los que todavía creen que es de buen tono zaherir o burlarse de los inocentes.