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Había temporadas en que, después de los ordinarios servicios de la alcoba, para los que era irreemplazable el marido, Emma declaraba que no podía verlo delante, que el mayor favor que podía hacerla era marcharse, y no volver hasta la hora de tal o cual faena de la incumbencia exclusiva de Bonifacio. Entonces él veía el cielo abierto, tomando la puerta de la calle. Se iba a una tienda.

Cantó una tonadilla, con su acompañamiento de momos y saltos, saludó al público; es decir, al café, con mucha efusion y cierto gracejo ... nada más. aquí ahora al galan de carácter ligero. Esto no lo hubiera dicho al verlo salir, porque creí que se habia invertido el órden de la funcion.

Vamos a verlo dijo Castro avanzando hacia ella. ¡Eh, niño, alto! que yo soy de mírame y no me toques.... Bueno, si queréis tocad la espalda añadió generosamente. Y uno tras otro fueron poniendo la palma de la mano en la espalda de aquel hermoso animal que, efectivamente, casi quemaba.

De ambos hablar a nuestro mutuo amigo, Burton Blair, hoy, por desgracia, fallecido exclamó; y lentamente se sentó en la gran silla de brazos de mi abuelo, mientras yo quedeme de pie sobre el tapiz de la chimenea, dando la espalda al fuego para poder verlo mejor.

De todos modos, se casará con ella y será Rey de hecho y pronto también de nombre. ¿Comprende usted? No es malo el plan. Pero usted, señora, ¿cómo es que?... Diga usted, si quiere, que estoy celosa. Pero, ¡Dios eterno! ¿puedo, acaso, verlo casado con ella? Y ahora, retírese usted.

No, no; no era aquella su casa, no podía ser, y lo confirmaba la aparición de otra figura desconocida, como de cocinera fina, bien puesta, de semblante altanero... Y mirando al comedor, cuya puerta al extremo del pasillo se abría, vio... ¡Santo Dios, qué maravilla, qué cosa...! ¿Era sueño? No, no, que bien segura estaba de verlo con los ojos corporales.

El pañuelo arrastrado por el remolino de las cascadas, fué llevado á las malezas espinosas que se veían un poco más lejos en la superficie del agua. Mervyn fué á buscarlo, pero nos sorprendimos muchísimo al verlo de pronto revolverse convulsivamente, soltar su presa, y levantar la cabeza hacia nosotros arrojándonos lamentables aullidos. ¡Ah, Dios mío! ¿qué tiene? exclamó la señorita Margarita.

Y la cocinera sirvió la sopa, como siempre... Mientras Juanillo tomaba unas pocas cucharadas, los curiosos se comunicaban sus impresiones: ¡Quién lo diría, al verlo tan flacuchín!... ¡Y la sopa no estaba en el programa!... ¡Ya tendría preparada una droga para evitar la indigestión!... Terminó Juanillo la sopa como si tal cosa.

Entretanto, nosotros esperábamos cándidamente que saliera del círculo fatal para verlo flotar sobre la corriente. Secretamente irritados contra él por su tardanza en continuar su viaje, nos habíamos prometido no marcharnos de allí hasta su salida para saborear con tal triunfo nuestra comida.

Además, vivieron mucho tiempo concentrados en las costas, dejando el resto del país a los salvajes, avanzando lentamente, con paso seguro, hasta que, casi en nuestra época, de un solo golpe se desbordaron por la enorme extensión, decididos a acabar con el indio, refractario a la cultura; y el indio acabó... España, desde el primer momento quiso verlo todo, explorarlo todo.