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Dos o tres grandes señores franceses y extranjeros quisieron revivir las tradiciones de los buenos tiempos, pero con bastante menos dignidad. El alma más altanera se desploma con una rapidez increíble en los placeres malsanos y en las fiestas nauseabundas de los arrabales. Las únicas orgías a las que se resiste algún tiempo son aquellas que cuestan muy caro.

La de Candore no era su madre, y por mucha que fuese su buena voluntad, su naturaleza seca y altanera era incapaz de comprender esas aspiraciones y esos ímpetus del alma. Su solicitud se limitaba al ser físico y descuidaba el ser moral. Y la niña, en su necesidad de ternura, se refugió en seguida en los brazos amigos de Julieta. La condesa se dignaba aprobar esa amistad.

Su luz, los nombres dora De la urna funeraria, Donde enlutada llora La musa solitaria, Los mártires valientes Cuyas soberbias frentes Humeando sangre estan. Miradlos sobre el suelo Que hollamos con la planta, Mirad: en raudo velo Su espíritu levanta La célica bandera, Que ondear hace altanera La ráfaga veloz.

Aparte del cual inspirábale Beatriz esa aversión odiosa que sentía por todo lo que fuese superior, a él, ora en el orden físico, ya en el moral e intelectual. Por último, se sentía inquieto en el único honrado sentimiento que le restase, temiendo que la nueva esposa de su cuñado no le arrebatara la afección de Marcelita a quien, en su entender, alejaría de él poco a poco la altanera madrastra.

En los momentos críticos, Bobart tenía la costumbre de desarmar á Clementina llamándola "bella prima." La lisonja hizo su efecto. Una sonrisa altanera crispó los labios de la señorita Guichard; lanzó un vigoroso suspiro que la libró de su opresión y dijo, mirando con altanería á su primo aterrado: ¿Crees que le temo? Ahora vamos á vernos los dos. Viene, sin duda, á pedir gracia, insinuó Bobart.

Si la bella y altanera organización de Corneille no hubiera sido miserablemente sometida por la Academia de su tiempo a las dimensiones de este hecho de Procusto, sobre el cual debían ser torturados a su vez todos los genios de Francia, nos hubiera dejado más tipos, porque la naturaleza le había dotado en el más alto grado de la potencia creadora.

Lo primero que fue la risa burlona y altanera de Ruperto, risa extraña en aquellas circunstancias y en aquel lugar.

Sin embargo, Araceli irguió su cabecita con altanera indiferencia. Ya , ya todo eso, querida. ¡A ver, que la tome aquí ahora mismo ante nosotras! exclamó la amiguita de humor jocoso que la había saludado en francés . ¡Yo soy la reina! Dejad que me siente ahí en lo más alto. Margarita, echa ese cojín en el suelo. Esa es la almohada. Carmen, serás la madrina.

Habéis tratado al señor Mathys con una frialdad tan altanera que ha acabado por declarar su intención de alejaros del castillo mañana mismo. ¡Dios mío! exclamó la viuda con voz ahogada . ¡Verme separada quizás para siempre de mi desgraciada hija! Y no nada aún; nada, sino que no tengo derechos para hacer reconocer mis derechos maternos.

En el paroxismo del dolor, se negó á ver hasta á los que querían permanecer fieles y facilitó así el abandono. Á su lado no hubiera yo sido tan débil; su deseo de resistir á la mala fortuna me hubiera dado energía. Nos hubiéramos animado mutuamente. Pero su pena altanera juzgó en definitiva á los que no se declararon abiertamente en favor de su hermano.