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Casi siempre las mas grandes producciones del genio han nacido en momentos críticos y en las sombras del recogimiento. Casi sería inútil, y acaso pretensioso, hacer una eleccion cualquiera entre los veintitres cuadros de Murillo, que valen mas de quinientos mil pesos, al decir de algunos conocedores. Todos son á cual mejor.

Las señoritas le recibieron y le ocultaron algunos días, y al cabo lograron que se evadiese disfrazado con el traje de un criado. Pero teniendo noticia de que iba la policía a registrarles la casa, pensaron con terror en el uniforme del teniente. ¿Dónde guardarlo que no diesen con él? Carmelita, en aquellos instantes críticos, tuvo un rasgo de ingenio y bravura.

Allí estaban Judit, Ester, Dalila y Rebeca en los momentos críticos de su respectiva historia. Un Cristo crucificado de marfil, sobre una consola, delante de un espejo, que lo retrataba por la espalda, miraba sin quitarle un ojo a su Santa Madre de mármol, de doble tamaño que él, colocada sobre la consola de enfrente.

Dejando nosotros a un lado la moralidad, a fin de que no salga mal parada de esta cuestión en vez de salir victoriosa, y prescindiendo también del desafuero inverosímil que sirve de fundamento a los amores de Melibea y de Calixto, bien podemos afirmar que en todos los pormenores de la tragicomedia hay tan pasmoso realismo y tan bien observada y expresada pintura de caracteres y de afectos que, no ya los críticos españoles a quienes pudo cegar la vanidad patriótica, sino los más eminentes críticos de otros países, como Gervinus en su Historia de la poesía alemana, ponderan el influjo de La Celestina en la novela y en el drama de la edad moderna, y entienden que hasta la aparición de Shakespeare no hubo en la tierra más profundo observador ni más hábil pintor del alma humana que el bachiller Fernando de Rojas.

A medida que desfilaba la procesión, se dejaban oír los comentarios críticos, dirigidos más particularmente a Edmundo en su calidad de expositor y cirujano. ¿Y es eso? El ejemplar es verdaderamente minúsculo. ¡Qué encarnado está! ¡Si no es más largo que un revólver!

Y ¡cosa extraña! los severos críticos, que censuran tan agriamente en Shakespeare las faltas más insignificantes, contrarias á la verdad local ó de tiempo, guardan completo silencio sobre ésta. Ya dijimos antes que, por lo que hace á la exposición y al lenguaje dramático, toda la obra del poeta francés carece de animación y de vida, y de elevación poética.

Es absurdo, por tanto, aplicar á los sainetes de nuestro poeta, como lo han hecho algunos críticos españoles, las leyes rigorosas de la composición dramática, de cuya observancia se exime deliberadamente, por cuya razón desaparecen también las faltas que en este concepto se le atribuyen.

Y cuando no se da algo menos tonto, crean los críticos que es porque no hay nada menos tonto. Si lo hubiera, se daría. Lo que acabamos de decir parece una perogrullada; pero reflexiónese bien y se verá que no lo es. El autor de zarzuelas es siempre autor dramático. Si escribe malas zarzuelas, peores dramas escribirá.

Para honra de las letras españolas no callaré que la han reputado por apócrifa varios autores insignes, tales como el marqués de Mondejar, el sapientisimo Nicolás Antonio i otros escelentes críticos. Dice la carta así, traducida, segun quieren hacernos creer, en la lengua i en los tiempos de don Alonso VI.

Las obras de Juan del Castillo han sido estudiadas por los críticos con atención é imparcialidad, diciendo uno de ellos, juzgando los méritos del artista, que apesar del estilo que en la enseñanza recibiera, «guiado por favorable inclinación, dióse á copiar el modelo vivo y á estudiar la realidad, con lo cual mejoró su arte y dictó provechosas reglas, siempre más á lo tocante al dibujo que al color, á sus discípulos