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El duque le dictó una orden de soltura para el alcaide de la cárcel de villa, y otra para el alcalde de casa y corte, para que diese por nulo y destruyese todo lo que se había escrito é intentado contra los presos. Después de esto y de haber saludado humilde y profundamente al duque, el cocinero salió. Poco después, Montiño entraba triunfante en palacio con su mujer y su hija.

El se había levantado, y ella le tomó las dos manos, y dirigiéndose al cura, agregó: Dispensad, señor cura, si lo he saludado a él primero... A vos os he visto ayer... y a él no le veo desde hace veinte largos días, desde cierta noche que salió de casa triste y enfermo.

Para que un Gobernadorcillo pueda cumplir con la costumbre, ha de ser rico, y como ya sabemos que el indio por nada prescinde de aquellas, de aquí, que aseguramos lo es. Alumbró el domingo, y el primer rayo de luz que se desprendió de los cielos, fué saludado con el estruendo de los versos, el volteo de las campanas, el reventar de las bombas y los acordes de la música.

En fin, lo que acontece muchas veces en estos, sucedió en la ocasión presente. Los que más gritaban, pudieron más; y quedó decidido que aquel poderoso y terrible animal muriese en regla y dejándole todos sus medios de defensa. Pepe Vera salió entonces armado a la lucha. Después de haber saludado a la autoridad, se plantó delante de María y la brindó el toro.

Encerrado como un crustáceo en este caparazón de corcho, manteníase lejos de la mesa a causa del volumen de su envoltura, teniendo que realizar todo un viaje cada vez que sus manos iban de los platos a la boca. Un asombro burlesco le había saludado con ruidosa ovación, y satisfecho de tal triunfo, aguantaba el martirio, siendo el primero en admirar su prodigiosa inventiva.

Las paredes y el techo de la gruta tenian una hermosura luminosa increíble; por todas partes se escapaban hilos de agua purísima como cascadillas de perlas sonrosadas, y los muros presentaban colores muy variados, ya el blanco de la esmeralda pálida ó el blanco mate de la nieve, ¡Qué indifinible emocion la que sentímos allí, cogidos de la mano, en aquella atmósfera de la mas deliciosa frescura, bajo esa bóveda de cristal húmedo y tornasolado, aislados del mundo entero y en inefable arrobamiento!... Nuestro guia habia trepado por la escalera para darnos el ejemplo; por eso no pudo percibir si un eco delicioso del interior de la gruta era producido por el rumor de las cascadillas microscópicas, ó por un ósculo de infinito amor que habia saludado aquella mansion de los misterios de la naturaleza.... Cuando salimos á lo alto de la escalera nos parecia que habíamos vivido en cinco minutos diez años de ventura desconocida.

Acaso el agradecido perro la hubiera saludado más señaladamente desde lejos y a despecho de la fiesta, si no sintiera la mano de su señor, que según sus cuentas le mandaba quietud y silencio, y así todo quedó tranquilo.

Todas las casas ostentaban rojas colgaduras y banderas; en la calles habían construido gradas para los espectadores y pasé saludando a derecha e izquierda, entre entusiastas aclamaciones, saludado a mi vez por millares de blancos pañuelos. Los balcones estaban llenos de damas vistosamente ataviadas, que aplaudían, saludaban y me dirigían sus más seductoras miradas.

Miren ustedes allá, dijo en voz apenas perceptible despues de asegurarse de que no había personas estrañas; segun el cabo que organizó la persecucion, Ibarra, al verse cercado, se arrojó de la banka allí cerca del Kinabutásan y, nadando y nadando entre dos aguas, atravesó toda esa distancia de más de dos millas, saludado por las balas cada vez que sacaba la cabeza para respirar.

Ya llegamos dijo Robledo alegremente . Dos días y dos noches de ferrocarril desde Buenos Aires y un par de horas de coche á través de una tempestad de polvo, no es mucho. Más lejos está el fin del mundo. Varios hombres de los que habían saludado á Robledo dándole la mano empezaron á descargar espontáneamente las maletas amontonadas en el techo y el interior de la diligencia.