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Actualizado: 3 de julio de 2025


Era, en suma, más un corazón noble que un alma superior; altanera pero no reflexiva, tras los encantos de su hermoso sonreír, ocultábanse a veces amargos sufrimientos, y cuando seguía con la vista aquellos caballeros y aquellas amazonas que se perdían bajo los añosos árboles de las anchas avenidas, si su frente permanecía serena y pura, partíase su pecho al duro golpe del dolor.

Puede venir el águila altanera y hundir el corvo pico en la bandera de gualda y oro, que nos da alegría; podrán poner a mi garganta un nudo, que cuando ¡el labio se retuerza mudo, irá a gritar el alma: ¡Madre mía! ¡Dichoso instante aquel que vió a las olas dialogar con las naves españolas, llevando a Limasawa a Magallanes!

Donde decía: "Nada hay tan feo y despreciable como una joven altanera", ponía la discípula: "Nada hay tan ridículo y digno de risa como una vieja presumida". Alborotábase la miss, daba parte a D.ª Carmen, llamaba ésta a su hijastra, la reprendía dulcemente, y al verla triste y acongojada desarrugaba el ceño y la besaba cariñosamente. Y hasta otra.

Pero insistí en mis relaciones con una especie de obcecación estúpida como si el renunciar á Lea fuese prescindir de todos los sacrificios que había hecho por ella. Me encontraba en la situación de un jugador que busca el desquite. Y, además, tenía miedo á su carácter exaltado. Aquella mujer altanera y violenta tenía á veces recaídas en el orgullo de su antigua condición que le hacían terrible.

Su lacayo también la vio, pues ella le ha oído contar la historia al cochero y reírse... a costa mía, sin duda... Luciana es orgullosa y hasta un poco altanera con los criados, y presumo que fue de esas bajas regiones de la servidumbre de donde salieron los anónimos. Naturalmente, no creo tal historia. Ha habido un error, o bien... ¿Qué razón ha podido llevar a Luciana a casa de Lautrec?...

Sus rápidas miradas, que siempre solicitan la aprobación de los presentes, se detuvieron en Luciana, pero ésta no levantó los ojos y Gerardo no pudo leer en el mármol impasible de aquellas lindas facciones, fijas en una inmovilidad absoluta y altanera.

Y después de todo, ¿tengo necesidad de buscar tantos razonamientos para justificar lo que en es ya una resolución invariable? ¿No basta para y para todos los que me aman que este afecto sea el único capaz de hacerme gozar de una pura felicidad? ¿Cederé al temor de los rumores imbéciles del populacho distinguido? ¿Careceré de fuerza para desafiar la censura de esos corazones estériles, llenos de orgullo y de egoísmo, las burlas de alguna mujer altanera, el desprecio de algún miserable enriquecido?

Tiene razón exclamó el hidalgo de Limioso, enderezando la cabeza y dilatando las ventanillas de la nariz con altanera expresión, muy desusada en su lánguida y triste faz . A esa gente, a palos y latigazos se les sacude el polvo. Y al decir fuera el alma, persignóse el señorito.

Al pasar delante del Casino, frente al balcón de Mesía, Ana miraba al suelo, no vio a nadie. Pero don Fermín levantó los ojos y sintió el topetazo de su mirada con la de don Álvaro; el cual reculó otra vez, como al pasar la Virgen, y de pálido pasó a lívido. La mirada del Magistral fue altanera, provocativa, sarcástica en su humildad y dulzura aparentes: quería decir ¡Vae Victis!

La antipatía de Gustavo Calvat hacia su cuñada Beatriz había ido de más en más creciendo por efecto de sus cotidianos rozamientos y de los mal disimulados desdenes de aquélla; había ido de más en más creciendo hasta el punto que hoy era no ya aversión, sino irreconciliable odio; tampoco simpatizaba Calvat con el marqués de Pierrepont, quien lo trató siempre con altanera frialdad.

Palabra del Dia

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