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Actualizado: 6 de mayo de 2025
La antipatía de Gustavo Calvat hacia su cuñada Beatriz había ido de más en más creciendo por efecto de sus cotidianos rozamientos y de los mal disimulados desdenes de aquélla; había ido de más en más creciendo hasta el punto que hoy era no ya aversión, sino irreconciliable odio; tampoco simpatizaba Calvat con el marqués de Pierrepont, quien lo trató siempre con altanera frialdad.
Aunque no lo sea usted por la edad dijo Amalia interviniendo oportunamente para evitar rozamientos, lo es por la franqueza y espontaneidad de sus sentimientos, por la frescura de corazón que otros con menos años no tienen. Los niños aman con más sencillez y vehemencia que los hombres.
Ciertamente. ¡Cuántas almas temen los rozamientos de la vida!... Sí hizo observar la Melanval bajando púdicamente los párpados, el matrimonio no es un modo de existencia propio de las naturalezas finas y delicadas... ¡Oh! protestaron la abuela, Francisca y Petra. Yo misma continuó la presidenta, me he estremecido siempre de horror al pensar que un caballero hubiera podido besarme...
Valeria no era en la casa una amiga pobre benévolamente acogida, no era una demoiselle de compagnie tratada con consideración: era la hermana menor. Ambas poseían ese maravilloso arte de ceder a tiempo y resistir con dulzura, ante el cual se allanan los disgustos y rozamientos que producen inevitablemente las pequeñeces de la vida.
El maravilloso trabajo de la Providencia, el misterio más bello de su sabiduría infinita, consistía en concertar con atinada armonía todos aquellos resultados de la libertad humana á fin de que concurriesen al cumplimiento de la ley eterna del progreso, ó en tenerlos previstos con tan divina previsión y acierto, que no perturbasen lo que estaba prescrito y ordenado; así como, aunque sea baja comparación, cuenta el inventor y constructor perito de una máquina con los rozamientos y con el medio ambiente.
La señorita Clotilde y su marido tienen el bajo, que es independiente; doña Carmen, Julia y yo, el principal. En Madrid ellas dos apenas se veían. Por eso han sido aquí los rozamientos, en cuanto se han acercado. Además, ella quiso meterse monja... ponerse de institutriz... ¿cómo había de permitirlo la señora? Todo está explicado. ¡Claro! Aquí han sido los disgustos gordos.
Las dos hermanas, inclinadas y recogiéndose las faldas entre las piernas para evitar rozamientos con el suelo grasoso , contemplaban atentamente el degüello, contaban las convulsiones de la agonía y seguían las últimas gotas de sangre desde que asomaban a la herida, erizada de pelos coagulados, hasta que caían en una cazuela. Este trabajo ponía alegre a Nelet y excitaba su jocosidad brutal.
Palabra del Dia
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