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Castita Moreno, aquella presumida amiga de Barbarita en la escuela de la calle Imperial, había nacido en los Morenos ricos y fue a parar, con los vaivenes de la vida, a los Morenos pobres. Se casó con un farmacéutico de la interminable familia de los Samaniegos, que también tienen su puesto aquí.

11 La presumida y la hermosa, de D. Fernando de Zárate. 12 Celos aun del aire matan, de D. Pedro Calderón. 1 Varios prodigios de amor, de D. Francisco de Rojas. 2 San Francisco de Borja, de D. Melchor Fernández de León. 3 Dios hace justicia á todos, de D. Francisco de Villegas. 4 Yo por vos y vos por otro, de D. Agustín Moreto.

Hará seis años, cuando ella tenía cerca de treinta, logró casarse con el rico labrador D. Gregorio. Nadie la acusa de infiel, pero de que tiene embaucado a su marido, de que le manda a zapatazos y le trae y le lleva como un zarandillo. Es ella tan presumida y tan vana, que cree y ha hecho creer a su marido que no hay hombre que no se enamore de ella y que no la persiga.

Estos achaques no la impedían frecuentar los salones de «su mundo», ni la obligaban a tachar un solo renglón de su larga lista de compromisos sociales, ni se revelaban, a cierta distancia, en su cara frescachona ni en su apostura garbosa y elegante; pero es indudable que los tenía, y muy hondos; achaques de matrona presumida, bien sufridos y mejor tapados con heroicos esfuerzos de la voluntad y buen acopio de sonrisas y menjurjes.

Pasó cautelosamente de silla en silla, como una chicuela que desea escaparse, llegando de este modo hasta el comedor. Allí cobró ánimo, y poniéndose de pie, se aventuró francamente en un pasadizo inmediato. Casi tropezó con la doncella, que volvía al salón llevando más agua caliente para el . La vieja la saludó con un bufido implacable. ¡Presumida!... ¡Fea!

, el Tabo iría muy bien si no hubiese indios en el río, ¡indios en el país, ! si no hubiese ningun indio en el mundo, sin fijarse en que los timoneles eran indios, indios los marineros, indios los maquinistas, indios las noventa y nueve partes de los pasajeros é india ella misma tambien, si le raspan el blanquete y la desnudan de su presumida bata.

Para que comprendas bien la diferencia que hay entre nosotras, te diré, aunque peque yo de presumida, que mi estampa retrae al pensamiento la de una diosa del gentilismo, y la suya la de una madonna de antes de Rafael. Las caricias y las alabanzas, que yo le prodigaba, eran siempre tiernamente recibidas y pagadas por ella. Había, sin embargo, entre nosotras no poco que limitaba la expansión.

Los personajes de Don Lucas, fatuo instruído, ostentoso y pedante, y de su hermana, la solterona Alfonsa, vieja y presumida, son, como caricaturas burlescas, de todo punto inimitables; las escenas ridículas de la posada, en donde los diversos huéspedes, engañados por la obscuridad, se equivocan del modo más extraño al acudir á sus citas, bastan para mover á risa al más triste hipocondriaco; y el enredo ó la trama de la misma comedia, esto es, el empeño de Don Lucas en casarse con una dama joven y bella, sirviendo de juguete á ésta y á su propio sobrino, se describen con habilidad y gracia incomparables.

Ha de saberse que Papitos era un tanto presumida, y que siendo su principal belleza el cabello negro y abundante, en él ponía sus cinco sentidos. Se peinaba con arte precoz, haciéndose sortijillas y patillas, y para rizarse el fleco, no teniendo tenazas, empleaba un pedazo de alambre grueso, calentándolo hasta el rojo.

Al verla Rubín, sintió como si le cayera una gota fría en el corazón. «Esa bota es de ella... ¡ay, de ella es!... La conozco, como conozco las mías. No la lleva a componer porque está casi nueva. La lleva de muestra para que le hagan otro par. Es muy presumida en cuestiones de calzado. Le gusta tener siempre tres o cuatro pares en buen uso. ¿Y por qué no las lleva ella? Porque no sale.