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Actualizado: 30 de junio de 2025
Y como para hombres como D. Luis casi no hay negocios que la tengan en la vida vulgar y diaria, resultaba que Currito llevaba y traía a D. Luis como un zarandillo. Vengo a buscarte le dijo , para que me acompañes al casino, que está animadísimo hoy y lleno de gente. ¿Qué haces aquí solo, tonteando y hecho un papamoscas?
Hará seis años, cuando ella tenía cerca de treinta, logró casarse con el rico labrador D. Gregorio. Nadie la acusa de infiel, pero sí de que tiene embaucado a su marido, de que le manda a zapatazos y le trae y le lleva como un zarandillo. Es ella tan presumida y tan vana, que cree y ha hecho creer a su marido que no hay hombre que no se enamore de ella y que no la persiga.
Háyase de llamar Renfas, o Asmodeo, o de otro cualquier modo, es lo cierto que este travieso diablillo, con parecer de menor cuantía y ser cojo por añadidura, tomó entre nosotros tal importancia, que nada malo se pudo hacer sin él. «El Diablillo Cojo sabe más que el otro», enseñó el refrán, y cuando en el calor de la ira se dijo a alguno que le llevase el diablo, no faltó quien, rectificando festivamente, respondiera: «El Diablo Cojuelo, que es más ligero». En las fórmulas supersticiosas llevábanle y traíanle como un zarandillo nuestras hechiceras de los siglos XVI y XVII, para que les llevase y trajese sus galanes y paniaguados, y le daban prisa, y le adulaban celebrando su ligereza.
Palabra del Dia
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