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Las he visto con frecuencia en casa de la Marquesa de Oreve, la gran amiga de Lacante, que tiene un salón artístico y literario en el que nuestro tutor es rey y pontífice, bajo los auspicios del mismo Marqués de Oreve, un papamoscas de alto coturno. Toda esta gente debe ser desconocida para ti, que la habrás olvidado después del tiempo que llevas corriendo por el mundo, lejos del boulevard.

Y como para hombres como D. Luis casi no hay negocios que la tengan en la vida vulgar y diaria, resultaba que Currito llevaba y traía a D. Luis como un zarandillo. Vengo a buscarte le dijo , para que me acompañes al casino, que está animadísimo hoy y lleno de gente. ¿Qué haces aquí solo, tonteando y hecho un papamoscas?

Arrancose una vez a armar la gorda «para que no crea pensaba que me trago sus mentiras y que estoy aquí haciendo el papamoscas». Pero Fortunata, recordando al instante las lecciones de su amigo Feijoo, trazó la raya divisoria que este le recomendara, y vino a decir en sustancia: «de aquí para allá, señora, gobierna usted; de aquí para acá, están mis cosas y en ellas no tiene usted que meterse».

Espérate a que lleguemos a Zaragoza. No, ahora. ¿Ahora mismo? Chí. No... en Zaragoza. Mira que es historia larga y fastidiosa. Mejor... Cuéntala y luego veremos. Te vas a reír de . Pues señor... allá por Diciembre del año pasado... no, del otro... ¿Ves?, ya te estás riendo. Que no me río, que estoy más seria que el Papamoscas.

Pues, hijo, como hemos bebió mucho más de lo que era menester y la noche está para freírse María Santísima, andaba dando vueltas por las calles como un papamoscas y se me ocurrió venir á ver si Pepe y Paca habían salido á la calle á tomar el fresco. Pues hazte cuenta que lo mismo me ha ocurrido á . Hubo una pausa embarazosa.

Ta, ta, ta exclamó Juan Bou, radiante, al considerar el triunfo que a su oratoria se preparaba . ¿Conque célebre y todo..., es decir, hombre grande? ¡Valiente papamoscas! ¿Y qué entiendes por celebridad? La de los guerreros y capitanes, la de esos bobos que llaman poetas, escritorzuelos... Los unos son los verdugos de la humanidad: no han hecho más que matar gente.

Menos me repugna bruto y celoso que enamorado. Mi tía Encamación dice que es el papamoscas de Burgos injertado en el bobo de Coria. No tiene más que la figura, que es medianilla, aunque ha engordado demasiado. ¿Has visto aquella cara apelmazada, que parece hecha en barro a puñetazos? JOAQUÍN. Pues pocos habrá de más pretensiones.

En guerra.... Si les vuelvo a encontrar... van a la calle por el balcón... y detrás. ¡Valiente papamoscas! Pero hombre, no mates tanta gente, que se acaba el mundo. ¿Qué buscaban esos pillos? El pillo eres ... salvaje. ¡Tanto rezar rosarios en casa de D. Felicísimo, y llama pillos a los señores sacerdotes!... ¿A qué venían? A lo que nos ha dado la gana.

¡Que no eres nada! exclamó la madre, con sorpresa primero, después con cólera, y mirándonos a todos como para preguntarnos si su hijo se había vuelto loco durante la campaña. Yo no soy nada, no soy más que un papamoscas repuso el chico . ¿De qué me valen esos papeluchos viejos y esos escudos de armas, si todos se ríen de mi desde que abro la boca, porque no digo más que necedades?

Pero este dice que quiere ser célebre, aunque para ello tenga que hacer una barbaridad. Hombre, hombre, ¿ quieres dar golpe? Valiente papamoscas. Pues dalo, hombre, dalo. No te faltará ocasión, cuando se grite «abajo la tiranía», pórtate bien. Inventa cualquier cosa, aunque sea una barbaridad, como dices. Puede que no lo sea.