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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Mary, mi novia, les instó a Agapito y a sus amigos a que se acercaran a Frayburu, suponiendo que quizá fuera yo el que me encontraba en el peñasco. No quise decir quién había sido mi secuestrador; pero todo el mundo lo comprendió. Los de la lancha me dijeron que me limpiara la frente, pues la tenía manchada de gotas de sangre por los pinchazos de las zarzas.
Ambas luces tenían pantallas verdes, con añadidura de raso del mismo color, al modo de faldones que caían por una sola parte de las dos circunferencias. La claridad se esparcía por la mesa, y el resto de la habitación estaba en penumbra manchada, con verdosa pátina de tapiz viejo.
La señora Morfeo alimentaba la viva esperanza de que aún hallaría a la niña ahogada en una zanja, o lo que casi era tan terrible, cubierta de lodo, manchada y sin esperanza de que por medio de jabón y agua volviera a su primitivo estado. El maestro volvió a la escuela con el corazón contristado. Al encender su lámpara y sentarse en el pupitre, encontró ante sí una esquela, a él dirigida.
En cuanto al bien que yo pueda aparentemente hacer, no tengo fe en él. ¿Qué puede realizar un alma perdida como la mía, en pro de la redención de otras almas? ¿Ni qué puede un alma manchada hacer en beneficio de la purificación de otras almas?
Y otra voz silbada y misteriosa, la voz del viento en las ramas secas del plátano, le murmuraba con prolongado susurro: Sube, sube, sube. Subió. Al llegar al segundo peldaño tropezó pisándose el traje por delante, y sólo entonces echó de ver que su bata de merino negro, manchada por la asistencia, arrugada por las vigilias, era muy fea y de corte asaz descuidado.
En la esquina misma de Recoletos y la calle de Alcalá veíase sobre la acera una rica talma de pieles de castor, manchada también de sangre; hasta que llegó el juez nadie se atrevió a tocarla. Pronto quedó identificado el cadáver: encontráronle en el bolsillo la esquela recibida aquella misma tarde, dando la falsa cita, las dos cartas de Garibaldi al Hº.
El horrendo crimen, cometido por orden del Rey, no produce el resultado apetecido, porque la Infanta se niega á dar su mano al asesino, manchada con la sangre de su esposa. El conde de Barcelona se acerca con una armada para vengar la muerte de su hija; un hijo de la muerta es el Almirante, y el Rey tiembla ya en su capital.
La Razón queda ciega de repente, y vaga lamentándose; aparécese la Verdad para buscar á la perdida; y mientras se conduelen ambas de lo ocurrido, se ve á Lucifer cabalgando en una serpiente, y teniendo en sus brazos á la desolada Psiquis, manchada de sangre y con negras vestiduras.
Yo topé con él varias veces y me dio lástima y grima el verle. Ya iba cruzando por entre las breñas e internándose en lo más esquivo, ya emulando con las cabras monteses, saltaba por esos vericuetos. Dos o tres veces pasó cerca de mí y me causó horror. Rota y manchada la vestidura y enmarañado el cabello, más parece fiera que hombre.
Las mujeres los ayudaban, y unas veces en las eras, otras en casa amasando y cociendo la borona, otras por fin en el río lavando su ropa manchada por el polvo y el sudor, riendo y cantando siempre, esparcían por el valle la alegría.
Palabra del Dia
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