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Actualizado: 28 de septiembre de 2024


Toda mi dignidad, toda la importancia que yo tenía a mis propios ojos, me venían de ese papel de protectora. Así crecía yo con ese amor, me alimentaba con esa pasión, de la que nunca la menor migaja debía caer para de la mesa. Cuando llegó el otoño, noté que Marta manifestaba una agitación extraordinaria.

Pensaba la infeliz que, devorando sus quejidos y tapando con sonrisas forzadas la expresión de sus tristezas, y con drogas y menjurjes el color de la agonía y las arrugas de los años y de las zarpadas de la enfermedad, ni ésta avanzaba ni las gentes la velan; sin caer, o mejor dicho, no queriendo caer en la cuenta de que aquellos esfuerzos del ánimo, con aquel vivir sin sosiego, eran a sus males lo que el combustible a la hoguera: cebo que los alimentaba y los embravecía.

Nació con la adorable llama de la poesía, y ella le alimentaba al propio tiempo que era su martirio. Desde niño quedó huérfano y le recogió un hombre que jamás podría conocer el valor intelectual de su hijo adoptivo. El Sr.

La mala sopa y el peor cocido con que Doña Antonia de Trastamara y Peransúrez le alimentaba eran tales, que no bastarían para mantener en pie á un cartujo. Y aún así, Doña Antonia de Trastamara y Peransúrez, tan noble de apellido como fea de catadura, solía quejarse de que el huésped no pagaba; horrible acusación que hiela la sangre en las venas, pero que es cierta.

Sólo sintió al ver las dudas que William alimentaba a su respecto. A esto vino a agregarse una cierta inquietud, cuando descubrió que la conducta de Sara para con él comenzaba a traicionar una extraña fluctuación: ora hacía esfuerzos para demostrarle mayor afecto, ora dejaba notar signos involuntarios de repulsión y de hastío.

De estos deseos locos, ansiosos, que eran como los tirones que daba la muerte para arrancarla más pronto de raíz, se alimentaba su fiebre galopante. «Moriste como una pobre mártir pensó la marquesa, rezando otra vez . Moriste reconciliada con Dios, recitando oraciones y besando la santa imagen de Nuestro Redentor». Oyose otra vez la voz del clave, con triste elocuencia de salmodia.

El bello ideal de doña Anuncia había sido siempre un viaje a Venecia con un amante; pero una vez que el siglo estaba metalizado y las muchachas no sabían enamorarse, ella quería utilizar, si era posible, la hermosura de Ana, que si se alimentaba bien sería guapa como su padre y todos los Ozores, pues lo traían de raza. , era preciso darle bien de comer, engordarla.

Inspeccionando sus obras y charlando, noté que su cabeza no estaba muy firme: la había desarreglado un asunto de familia. Su hermano pereciera en aquella playa que contemplábamos los dos, en una aventura cruel. El mar se le presentaba siniestro, le parecía que alimentaba cierta inquina contra él.

Y convencida de que la fortuna que favoreció á los primeros Torrebianca acabaría por acordarse de su hijo, se alimentaba parcamente, comiendo en una mesita de pino blanco, sobre el pavimento de mármol de aquellos salones donde nada quedaba que arrebatar. Conmovido por la lectura de la carta, el marqués murmuró varias veces la misma palabra: «Mamá... mamá

La envidia ; el corazón del hombre ; la poca seguridad de los amigos ; el olvido ; la instabilidad de la fortuna ; la soledad; la soledad, sobre todo, afligía al hombre que con el bullicio y el enredo se alimentaba . Con todo, como «la nación española dentro de un asedio es la más paciente de todas, que en esta opinión es tenida y los testimonios de historias lo confirman, no había que pensar que á él le tomaran por hambre en el asedio de la soledad

Palabra del Dia

jediael

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