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Actualizado: 2 de septiembre de 2024
Iría recorriendo todos los huéspedes, hasta tropezar con el tonto que necesitaba. No me hizo maldita gracia lo del tonto; pero me callé, esperando ocasión de demostrarle que no lo era. Cruzamos cerca de una joven elegante que venía paseando con un viejo. Mi compañero la saludó con mezcla de cortesía y displicencia, que era lo que le caracterizaba.
En cuanto a Juan... él mismo, con su carácter, suministró idea del estímulo que había menester. ¿Estaba enviciado en la facilidad, madre del hastío?, pues hacerse desear. ¿Eran sus amores pasajeros y compradizos?, pues demostrarle que ella no se vendía, ni era su corazón tesoro para derrochado en unos días. ¿Lograría que Juan viese claro el sentimiento que la impulsó a tales aventuras?
Y entonces yo, puesto que tenía descontado el aplazo, quise al menos darme el gusto de hablar con libertad. Muñoz le interrumpió, para demostrarle que recordaba todas las incidencias del asunto. Efectivamente, sin que se pudiera advertir demasiado tu intención, pusiste su libro en la picota. ¡Qué bien hablaste!
Después de este combate moral vi a Malespina con gozo porque estaba vivo, y con lástima porque estaba herido; y aún recuerdo con orgullo que hice esfuerzos para demostrarle estos dos sentimientos. ¡Pobre amita mía! ¡Cuán grande había de ser su angustia en aquellos momentos!
Entre los documentos pertenecientes al Hermano Matías publicó el mismo anotador de Llaguno los papeles de que se ha hecho mérito; son dos representaciones dirigidas al obispo para persuadirle á que mandase labrar el retablo de jaspes y bronces, y demostrarle que podria hacerse mas presto y mas barato que de madera, y una esposicion sobre el modo y economía con que se debia trabajar dicha obra: documentos del mayor interés por las noticias que contienen sobre los inconvenientes que se ofrecen en los retablos dorados, sobre el modo de dividir y ajustar la obra manual en aquel tiempo, sobre los precios corrientes de las labores en talla de madera y en mármol, y sobre otros muchos objetos propios del arte, con prevenciones utilísimas acerca del modo de contratar la obra, de lo que se ha de dar á los artífices, y de las obligaciones de estos.
Lágrimas de despecho empañaban sus ojos verdes. Adriana se acercó a ella vivamente y le tomó las manos. No te enojes, no hablo así para fastidiarte, sino por un desahogo... Pero se calló, como si la avergonzara demostrarle otra cosa que maldad.
Entrega á Roberto, para demostrarle su ilimitada confianza, un papel en blanco con su firma, para que lo llene en libertad, resolviendo Roberto cumplir sus deberes de súbdito, opuestos á sus deseos de padre. La escena se traslada á la corte de Sicilia, en donde vemos primero al Condestable de este reino, que nos revela con frases apasionadas que ha visto á Blanca, y le ha inspirado amor ardiente.
Hasta le llegaron á decir que ya que no pagaba podía ahorrar sus visitas. La señora se olvidaría de la existencia de sus tierras. ¡Ah, no, doña Manuela! Pimentó era exacto cumplidor de sus deberes, y como arrendatario debía visitar á su ama en Navidad y en San Juan, para demostrarle que si no pagaba no por eso dejaba de ser su humilde servidor.
En fin, le había prometido a Magdalena poner a prueba mis fuerzas y quería mantener mi promesa aunque sólo fuera para demostrarle que había en mí potencialidad sin empleo y para que pudiese medir bien la duración y la energía de una ambición que no era en el fondo más que amor convertido.
Habíasela dado la majestad británica en Roma, con motivo de cierto oportuno servicio, y deseando demostrarle la más exquisita deferencia, puso en castellano el autógrafo.
Palabra del Dia
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