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Actualizado: 20 de julio de 2025


El criado, cumplidor de la ignominiosa orden, era un segundo mayordomo llamado Román, que desde su niñez servía en la casa. Desde que le conocí en El Escorial, aquel hombre me había inspirado inexplicable antipatía, y digo esto y además le nombro, para que mis lectores le tengan presente, por si figurase después un poco en los peregrinos sucesos de esta historia.

Me dieron sendos apretones de manos, que me hicieron ver las estrellas; y mientras volvían a sentarse, a mis ruegos, y me sentaba yo también a los de mi tío entre él y el señor Cura, continuó diciendo el primero, señalando al segundo: El señor don Sabas Peñas, párroco de este pueblo desde que cantó misa... ¡ya hace fecha! porque te advierto que no baja una peseta de los tres duros y medio... Se los llevo bien contados... Buen amigo, buen cumplidor de sus deberes, eso , y muy docto en latines de todas clases... y en poner una bala en el corazón de un oso sin que le tiemble el pulso... No se le conoce otro vicio.

Y para que se viera que él era el primer cumplidor de la pragmática, como quiera que en ella se ordenaba que todas las autoridades y justicias vistieran de negro, en el primer cabildo que la ciudad celebró el 7 de Diciembre de 1723, se presentó todo enlutado, empuñando su vara, y obligó á que con igual traje negro fuesen todos los caballeros, desde el escribano Castillo hasta el último portero.

Vos también le dijo éste, mirándolo y van cuatro. Los otros no importa... poca cosa. Vos sos cumplidor... ¿Cómo está tu cuenta? Falta poco... pero no voy a poder trabajar... ¡Bah! Curate bien y no es nada... Hasta mañana. Hasta mañana se alejó Podeley apresurando el paso, porque en los talones acababa de sentir un leve cosquilleo.

Ese sobrino mío no tiene vergüenza ni decoro afirmó gravemente la condesa de Monteros. ¡Un hombre casado! dijo Luisa Natal, que hacía excelente menaje con su marido, ciego cumplidor de todos los caprichos de su mitad.

Hasta le llegaron á decir que ya que no pagaba podía ahorrar sus visitas. La señora se olvidaría de la existencia de sus tierras. ¡Ah, no, doña Manuela! Pimentó era exacto cumplidor de sus deberes, y como arrendatario debía visitar á su ama en Navidad y en San Juan, para demostrarle que si no pagaba no por eso dejaba de ser su humilde servidor.

Palabra del Dia

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