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Cuando la dama dejó de hablar, sacó el padre Cifuentes a relucir la tabaquera de cuerno, con su heraldo obligado, el pañuelo a cuadros azules y verdes, y con la mayor naturalidad del mundo dijo resueltamente: Su hija de usted no tiene vocación, señora condesa. Quedóse Currita estupefacta y desconcertada, y tartamudeó moviendo la cabecita: Pues ella me había dicho... Yo creía...

El mismo don Mariano, presumiendo toda la culpa de su indiscreción, dejó de ir unos días a la casa de Itualde... Cuando fue, después de enviar cómo heraldo un gran canasto de la más hermosa fruta de su estancia, encontró a sus amigos como de costumbre... Sólo Coca le hizo sus recriminaciones. ¿De quién sino de él podía haber partido la mentirosa noticia?

Y respira el perfume de la Rosa de su Poesía, la creación entera; la humanidad, estática venera las obras de esa patria esplendorosa; El Rosal de su ilusión florece, el mundo, con su triunfo, se estremece y el horizonte de su amor se ensancha; y vivirá su gloria eternamente, mientras haya ideas en la frente, mientras viva QUIJOTE DE LA MANCHA. Bisayo, de Ilo-Ilo, donde dirige "El Heraldo".

El vapor luminoso que por aquella parte envuelve el paseo, amortiguando los vivos colores de las sombrillas, borrando los elegantes contornos de los caballos, esfumando las facciones de las damas y prestándole a todo aspecto escenográfico, pierde lentamente su brillo y se transforma en un polvo ceniciento que cae del cielo como heraldo de la noche.

Diversos periódicos de la ciudad y campaña, como EL Heraldo, del Azul, La Patria, de Dolores, El Oeste, de Mercedes, y otros, han adquirido tambien justos titulos á nuestra gratitud, que conservamos como una deuda sagrada. Terminamos esta breve reseña con La Capital, del Rosario, que ha anunciado LA VUELTA DE MARTIN FIERRO, haciendo concebir esperanzas que Dios sabe si van á ser satisfechas.

Heraldo de grandezas de la matrona ibérica, que pulsaste la cítara en la española América, y envuelto entre los pliegues de su argentino manto volcaste toda el ánfora de tu lirismo santo, la flor que aroma, clave que trina, el río en calma, como en el laberinto de sus dudas el alma, te brindará su encanto la paz de los cañales, desatará tu rima bajo espesos mangales, te pondrás en el cuello un collar de sampagas, la flor amada de las vírgenes dalagas... Verás, al fin, un breve Edén en el planeta que no pudo jamás soñar ningún poeta.

Pérez, independientemente, había despachado por al precursor ó heraldo de siempre, Gil de Mesa, con otra carta á la Reina Isabel, repetición de los doloridos ayes de la persecución y la desventura, petición de amparo y deseo encarecido de servirla .

Algunas señoras se llevaban a los ojos una punta del guante, y en el paraíso, un vejete lloriqueaba metiendo la nariz en el embozo de la capa para sofocar sus gemidos. Los vecinos se reían. ¡Vamos hombre, que no era para tanto! La representación seguía su curso en medio de los ecos del entusiasmo. Ahora el heraldo invitaba a los presentes, por si alguno quería defender a Elsa. Bueno, adelante.

Cursó estudios en el Instituto de los Jesuitas y Universidad dominicana de Santo Tomás. Aquí, algunos de Medicina. Colabora en Prensa de Manila e Ilo-Ilo, habiendo dirigido en la capital de las Bisayas el "Nuevo Heraldo". Sus poetas favoritos son Villaespesa, Carrere, Marquina, Juan Ramón Jiménez, los hermanos Machado y Nervo. Pero, sobre todos, Rubén Darío. Ha usado el seudónimo Floriam.

¡Caramba! exclamo . He hecho una atrocidad sin querer. El otro día se conmovió el Heraldo por un artículo mío, y ahora este Castrovido dice esas cosas tremendas hablando de otro... ¡Caramba! Yo no me atrevo a salir a la calle, a ir tímidamente al Ateneo, a pedir un libro en la Biblioteca, a entrar en la librería de Fe... ¿Tomaré el tren otra vez? , ; es preciso que yo coja el tren otra vez.