United States or Cambodia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Si no creyese yo que en las Odas de don Eduardo Marquina se revelan muy envidiables prendas de poeta lírico, no hubiera disertado tanto con ocasión de su lectura. Cuanto hay en ellas de bueno procede del propio ser del poeta.

Toda la antedicha meditación, expuesta a escape para, no pecar de prolijo, ha valido para aquietar mi espíritu, después de leer las Odas de D. Eduardo Marquina, y para afirmar, sin escrúpulo de conciencia, que me parecen bien y que son obra de verdadero poeta.

No estará de sobra tampoco que el Sr. D. Eduardo Marquina cuide con mayor detención y esmero del aseo y aliño de su Musa cuando la saque a relucir nuevamente. PRIMER MARQU

Me parece que Marquina entró en amores con ella antes de ser ministro, ¿verdad? Ya lo creo; ni soñaba con serlo. Pues a pesar de eso Manolo está furioso, persigue a su mujer y la vigila. El día menos pensado va a dar un escándalo provocando a Marquina. Muy mal hecho profirió la condesa. Muy mal hecho repitió Gustavo Núñez. Muy mal hecho corroboraron el vizconde de las Llanas y Narciso Luna.

Pero no lo digamos y quédese en el tintero para no hacer interminable este escrito. Mucho podrá decirse en pro y en contra de las Odas del Sr. D. Eduardo Marquina, pero no que son un libro insignificante.

Viva y honda es casi siempre la percepción que el poeta tiene de lo grande y de lo hermoso de la naturaleza, y no pocas veces sabe comunicarnos el propio sentimiento suyo con maestría y sobriedad vigorosa. Aprobemos, pues, las Odas de D. Eduardo Marquina.

¡Qué mal gusto! exclamó la condesa . Gorda como una barrica de aceite y bizca por añadidura... ¿Pero Manolo no se había casado con ella por el dinero? Todo el mundo pensaba eso y él mismo no se ocultaba para decirlo. Ahora al cabo de seis años resulta que se pone loco perdido por ella y tiene unos celos atroces de Marquina. ¡Válgate Dios! ¡Después de tanto tiempo como llevan de relaciones!

Ignoro, y no pretendo investigar aquí, de qué doctrinas filosóficas, religiosas o irreligiosas, sociales y políticas, expuestas en prosa por pensadores extranjeros, o de qué exaltadas composiciones poéticas, venidas de otros países, proceden el sentir y el pensar de don Eduardo Marquina. Claro está que no tiene principio en él el impulso que le mueve.

D. Eduardo Marquina, en quien reconozco y aplaudo muy altas prendas de poeta, emplease menos el acicate y mucho más el freno al dirigir a su Pegaso, y sólo llevase a las ancas cuando cabalga en él a su propia Musa, legítima y castiza, y no a la aventurera venida de tierras extrañas y cuyo prurito de llamar la atención la induce a vestirse a menudo con vestiduras un poco extravagantes y con exótico amaneramiento.

Tomó algunos navios en la costa, Y entre ellos á un Marquina, que ha venido De Potosí con plata, por la posta, Por gozar de la nata, que ha tenido Aquel trato, aunque á él le entrára en costa, Que mucha mercancia le ha cogido Candish: con solos negros le dejaba, Con que viviendo, rico se juzgaba. Aquí tomó un piloto, que le guia: Jorge Luis le llama.