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-Señores, yo no más de -respondió el paje- sino que soy embajador verdadero, y que el señor Sancho Panza es gobernador efectivo, y que mis señores duque y duquesa pueden dar, y han dado, el tal gobierno; y que he oído decir que en él se porta valentísimamente el tal Sancho Panza; si en esto hay encantamento o no, vuestras mercedes lo disputen allá entre ellos, que yo no otra cosa, para el juramento que hago, que es por vida de mis padres, que los tengo vivos y los amo y los quiero mucho.

El dia de Natividad le tomó al Emperador el juramento de fidelidad, y con esto le dió la dignidad de Megaduque del Senado, y le dió la vara dorada, invencion nueva del Emperador, y le vistieron al modo y uso de Senador, con que dejó sus navíos, y se fué á posar á Cosmidio donde estaban sus Catalanes, que algunos de ellos fueron tambien honrados con títulos y mercedes grandes; y desde entónces Berenguer tuvo grandes autoridad con los privados, y en los consejos de Andronico.

Alicia se había casado con un duque francés que tenía veinte años mas que ella, y á los pocos meses de matrimonio daba mucho que hablar á las gentes. Doña Mercedes, ofendida, la castigaba viéndola muy de tarde en tarde, con la esperanza de que este desvío hiciese imitar finalmente á la duquesa de Delille las tradiciones maternales.

Alojóse en la casa de Rui Gómez de Silva, dejando el palacio para las reinas sus hermanas, que entraron después. Ocupóse el Emperador en Valladolid en el arreglo de ayudas de costa y mercedes que había de dejar á los que hasta entonces le habían servido, en lo de la paga que se había de dar á los que con él habían venido de Flandes, y en lo que había de quedar para el gasto de su casa.

Cuando llegó el turno a Mercedes, Velázquez la retuvo las manos entre las suyas un momento y le dijo por lo bajo viéndola sonreir: ¡Qué contenta estás, Mercedes! Te alegras de que me vaya, ¿verdad? Ni me alegro ni me entristezco. Pues que nadie te obliga á marchar, debe de ser un viaje de recreo el que haces respondió ella sin dejar de sonreir.

Ese juego se ha divulgado mucho realmente dijo Lorenzo. ¡Y entre qué gente! Casi no hay casa donde no se jueguen partiditas familiares, ché... a cinco pesos la caja, no más; ¡pero... con cada «metejón»!... ¿Qué ciudad es esta a que vamos llegando? ¿Esto?... esto... es Mercedes repuso Melchor, aquí podremos bajar un momento para estirar las piernas. Y en serio, Melchor, ¿habrías ido en la máquina?

¡Pues si la hubieses visto, como yo, sin corsé! exclamó Isabel. ¡Para matarla, hija!... El vientre le arrastra por el suelo. Y la mitad del pelo que lleva es postizo: me lo ha dicho su peinadora. ¡Vamos, callaros ya! dijo Mercedes con enojo. Que sea guapa ó fea, ni á vosotras ni á nos debe tener con cuidado.

Tal era la moderacion de aquellos tiempos, bien diferente de lo que hoy tenemos, pues vemos soldados que apenas han visto al enemigo, cuando ya juzgan por cortas las mayores mercedes. Parte de Sicilia la armada, y que gente y milicia fué la de los Almugavares.

»Había debido, hacía mucho tiempo, dar las gracias al Rey por las mercedes que me había concedido, pero la Corte viajaba en aquella época, y debía detenerse algunas semanas en Sevilla. Decidí emprender la marcha; era un viaje poco fatigoso y sobre todo una distracción para .

-Todo eso es verdad -dijo don Quijote-, pero no dónde vas a parar. -Voy a parar -dijo Sancho- en que vuesa merced me señale salario conocido de lo que me ha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el tal salario se me pague de su hacienda; que no quiero estar a mercedes, que llegan tarde, o mal, o nunca; con lo mío me ayude Dios.